sábado, marzo 28, 2009

Estoy aquí, sentado. Solo. Escuchando Radio 80.
Salta una ventana en el ordenador y me pregunta si estoy seguro de abandonar esta página.
Quiero bailar, bailar con esta música.
Visito el blog de Anjélika. Últimamente bastante y alguno más pero este es el que más me gusta, y el de Billy que escribe de puta madre y que además es muy simpático. Y el de Batania, claro.
Me gustaría romperme bailando con Anjélika. Antesdeayer Bolo la citó en un cuento suyo, entrañable ese pez con gafas. Ese pez de Bilbao-Oña.
Cuando terminé de leer el poema Zotal se gira hacia mí Sergio y me mira fijamente a los ojos y me dice: "Qué poema más triste...". Como diciendo "te has pasado". Ahora cuando él ha dejado de ser de escribir triste, tristísimo, yo suelto uno y me lo hace notar... pero es que me sentí así el otro día, en la cocina, todavía, y ya son meses pero de vez en cuando me siento jodido, bien jodido y escribo, y me da igual que uno me diga que si los poetas confesionales que si los rusos que si tal y cual. Yo escribo eso, porque siento eso. ¡Joder! Cuando no sentía nada me callaba la puta boca.
El otro día me rajé el dedo con la batidora, una buena batidora doméstica. Casi me abre la uña y rajó casi cuatro centímetros del dedo. Lo puse bajo el chorro de agua fría y venga leucocitos, globulitos y yo cagándome en todo y de pronto me viene a la cabeza Anjélika y me duele menos. Y me calmo y sonrío.
Ayer en el Trampas me encuentra Goyo, el alpargatero del barrio, y me dice que se lo pasó muy bien con Bolo y conmigo. Que también le hicimos reír en la lectura. Uno escribe lo que escribe cuando lo escribe. Luego, siempre, podremos seguir sonriendo. Haciendo bromas. Reírnos de nosotros mismos.
En el recital me fijé en una chica timidísima, o eso me parecía a mí. Mientras escuchaba a Marion, a Sergio, a Bolo, a Sonia no podía apartar mi mirada de ella. Luego se puso junto a mí en la barra del restaurante para pedir y no sabía dónde meterse. Me pareció muy gracioso. Y muy tierno.
Yo cuando estoy relamente jodido no puedo ni escribir. Y cuando soy realmente feliz tampoco (porque, generalmente, ni me doy cuenta). Cuando fui realmente feliz escribí el poema de los dos escultores desnudos acostados sobre el sofá. Pero lo escribí tiempo después. Le dije a ella, a la Innombrable, que escribiría un poema sobre aquel momento.
Se está haciendo de noche.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

hay que joderse, pa no caerse.

alberto. con gripe

Anónimo dijo...

¡ZAS! EN TODA LA BOCA

AL,

Anónimo dijo...

haga como sus padres, y los padres de sus padres, búsquese un maldito trabajo y deje de lloriquear.

EL OTRO LEBOWSKI

alf ölson dijo...

Hazte un blog Lebowski y juro que me mearé en su puta alfombra.
Aunque seguro que me equivocaré... ¿cuántos lebowskis hay en la guía telefónica?