martes, marzo 31, 2009

Leo Masliah viene a Madrid

Ayer me escribe un méil mi amigo Toni Tonelada, desaparecido en tierras abulenses. Me comenta la idea de asistir al concierto de Leo Masliah el viernes. Le digo que sí, que vale. La última vez me enrolló para ir a Londres, ver un partido y volvernos. Yo no vi el partido, no me interesa el Getafe, qué se le va a hacer. Estuve en el British con un dolor de espalda por la maldita mochila. A Leo Masliah ya le vimos en la sala Galileo y nos pusimos junto al escenario. Fuimos con un colega suyo que no paraba de reírse con lo que Leo no paraba de mirarle. Y así: él no paraba de reír, Leo no paraba de mirarnos.
Luego me llama Al, que nos vayamos a Mérida el fin de semana a no ver a su hermano. Le digo que sí pero con la condición de que pueda ir vomitando durante cinco horas en el autobús. Para limpiarme por dentro, porque fuera ya oleré a rayos y tinieblas. Estrictamente no por ese orden.
Ayer me encuentro con Carlitos. Me dice que la lié, que quería pegarme con Marcos que mide 2 metros de alto y dos de ancho. No es un cubo. No es un cubo, ¡es un jodido cuadrilátero! Pero qué va, le respondo, ¡qué dices loco! Si somos amigos y estamos de coña y luego creo que, al final, muy al final porque no recuerdo nada, nos abrazamos. Era una performance.
Luego me llama (¿o era antes?) Miguelo (sí, era antes) que no sabe cómo entrar en su correo, que lo ha intentado todo. Mayúsculas, minúsculas, boca arriba, boca abajo... papas con mojo, pollo hortelano y un largo etcétera, generalmente guarreheridas. No te puedo ayudar, le dije, él sigue, yo quiero comerme un filete con patatas y él me habla de correo electrónico, acabo de llegar a casa, he hecho la compra porque en la nevera me he encontrado un desierto con John Wayne y Yul Brinner vestido de lentejuelas y doscientos gramos de judías verdes.
Acabo leyendo a María Zambrano. Es la una de la madrugada y apagó la luz y los ojos no se cierran. Y no sueño y oigo unos gritos en el interior de mi cabeza. Ya sé lo que va a pasar esta noche. De nuevo me visitan los Hombres del Espacio pero he aprendido a pasar de ellos pero ellos son más molestos, siempre haciendo muecas, riendo o poniéndome pruebas muy difíciles para que no concilie el sueño. A las dos me levanto. A las cuatro me levanto. A las seis me despierto. Y a las siete menos cinco suena el despertador.
Otro día más aunque aún es de noche.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hw dormido una hora y sigo en madrid

ZAS EN TODA LA CARA

Verónica dijo...

Este es el blog de una buena amiga, quizá te guste: http://alguienvol.blogspot.com/

Verónica