miércoles, abril 01, 2009


Al Berto

Al poeta portugués Al Berto lo conocí a través de una revista llamada Falar/Hablar de Poesía hace ya unos cuantos años que se hacía en Extremadura, la Extremadura tanto portuguesa como española.
Me pareció muy descarnada su poesía, muy visceral, como a mí me gusta. Aquí, en esta fotografía tiene pinta de hippie come-flores, pero es una foto muy maja que me he encontrado en el blog de un escritor y poeta portugués (que aparece reseñada al final) y me apetece ponerla. Se parece a mí, cuando era joven, melenudo sin canas, delgado, fuerte y guapo. Lleva una camiseta como la que todavía conservo, y que en ocasiones me pongo. A este tipo le gusta la vida. Eso parece decir también la fotografía.
Pienso que la poesía portuguesa se trata poco o casi nada en otros blogs y a mí me encanta Portugal y su poesía. Una parte de los poetas portugueses hacen la poesía que nosotros haremos dentro de 10 o de 15 años. Así de claro, porque han asimilado perfectamente su tradición, su historia y su poder de "admiración y de violencia", que diría Zambrano, así como la corriente brasileña, inglesa y norteamericana. No como nosotros que descubrimos a Bukowski y pensamos que hemos descubierto a Dios en un basurero.
También me encanta perderme por esas tierras de vez en cuando pero siempre que lo he hecho, salvo aquellos viajes con los colegas y amigos que serán para mí y para siempre, ha sido en solitario, yendo a donde me diera la real gana. En Odeceixe cené un par de noches en un mesón. Fuera había una enorme terraza donde muchas familias se agrupaban en torno a un espectáculo teatral. Después vendría una Orquesta... qué extraño, pensé en correcto español, primero teatro y luego orquesta. ¿No sería mejor solo Orquesta con un intenso ruido durante toda la noche? Al llegar la noche cerrada, y cuando estaba a punto de terminar con la doradita, me fijé en que uno de los camareros se había puesto dos servilletas en los oídos a modo de tapones. Se giraba hacia sus compañeros que seguían trabajando y se descojonaba. El café me lo puso el mismo camarero cachondo con las dos servilletas colgando aún de los oídos. Menudo elemento. El hombre me miró y sonrió y yo le acompañé en la sonrisa. Solo pude pensar en aquel momento que la próxima noche vendría otra vez a cenar a este sitio. Y así fue. Al día siguiente me levanté con una buena resaca ya que me había ido al garito de enfrente y no busqué más. Allí lo encontré. Una pareja, ella una hippie que ponía a Zeppelin, a los Doors y a algo parecido a Julie Driscoll. Pa qué más. Un enorme alemán se puso a mi lado y empezamos a charlar de música... y de Nina Hagen, por supuesto. Y claro que puso a Nina Hagen, faltaría más. Y yo me puse, también. Y al día siguiente, vuelta a empezar: la pareja al entrar en el garito dándome la mano, saludándome como si me conocieran de toda la vida. El alemán no estaba. Esta vez fui más comedido. A la mañana siguiente debía irme prontito y no quería quedarme toda una mañana en la cama. Me gustaría terminar con una recomendación de otro sitio del mismo pueblo pero es un poquito más esnob y no es cuestión de hacerlo cuando he empezado con un gran poeta como Al Berto.

http://assirioealvim.blogspot.com/2009/01/al-berto_11.html

No hay comentarios: