miércoles, abril 15, 2009

Camilo (XV)

Camilo se mira al espejo. Camilo piensa y se ríe de sí mismo. Un buen ejercicio por las mañanas, recién levantado. Reírse de sí mismo. Se mira las orejas. Están creciéndole. ¿Se está haciendo viejo? Tiene miedo, miedo de sí mismo, de lo que podría llegar a hacer un buen día sin proponérselo... "un momento de ofuscación, leve, levísimo, un mínimo cortecito y..." decía el barbero mientras afeitaba a uno de sus mejores clientes. Se percata de que ahí se encuentra todo el meollo de la película.
Se vuelve a mirar al espejo. No soy nadie. ¿Negar dos veces es afirmar?
Ayer cayó en sus manos un estudio de un filósofo alemán de grandes bigotes y mirada huesuda. (¿Mirada huesuda?). Estaba en la consulta del dentista y había unas hojas sobre la mesa de cristal. Eran fotocopias que seguramente había olvidado un estudiante. Recuerda que poco antes de entrar en la salita una muchacha ha salido. Se han cruzado en la puerta de la consulta. Ha mirado sus manos. A Camilo le atraen las manos de las mujeres. Unas manos fuertes, de escaladora, fibrosas y afiladas. Se ha quedado mirando sus manos. Ni la falda que le caía sin que pudiera ver sus zapatos. Aunque era una falda muy amplia, de gran vuelo.
Apenas ha podido pronunciar su nombre, el nombre que aparecía en lo alto de la primera hoja, en el membrete. Ha comenzado a leer pero ha sentido una pequeña opresión en el pecho. ¿Y si ahora volviera la muchacha a por sus apuntes y le viera con ellos? Se ha detenido en la lectura y ha pensado que en esta ocasiones se da cuenta de que es un tonto. Si ella vuelve le devolveré amablemente los apuntes. ¡Qué bobada! Y ha seguido leyendo.
Deja caer su mirada en las hojas sin leer. Sus ojos se han dejado atrapar por unas líneas, se han derramado sobre el perfil de algunas palabras oscuras. Sin leer.
Últimamente siente una enorme angustia ante el espejo del ordenador. Otro espejo, no sabe si más duro.
Al salir de la consulta ha extraído ansioso del bolsillo de la camisa su paquete de tabaco. Se ha encendido un pito y se ha quedado en mitad de la calle, embobado, pensando por qué se ha llevado las fotocopias de aquella muchacha.

1 comentario:

Anónimo dijo...

por fin Camilo. Hacía tiempo que no pasaba por aquí. Me alegro de verle.