sábado, abril 04, 2009


Cuando no tengo ningún quehacer se me ocurren estas cosas...

Estaba en un banco un borracho tirado
como si le hubieran arrojado del mismo cielo
después de haberse bebido todo el vino de los dioses
cuando un tipo que quería mangarle la cartera
se acercó no sin sigilo y le metió la mano a la entrepierna.
Al punto, el borracho se irguió y abrazó al ladronzuelo,
pues era más bien enjuto,
y confundiéndole con su madre, su novia o ambas cosas
por la trompa que llevaba,
dieron ambos en el suelo.
Allí retozaron un buen rato
hasta que el hombre-hilo consiguió desasirse
del abrazo de aquella bestia
y salir corriendo...
Yo aquel pillo le vi dos calles más abajo
limpiándose aún la baba que el borracho le había regalado
y que perlaba, como diminutas estrellas, su careto.

(Adivina, adivinanza: ¿Qué haremos con el maestro portugués este finde?)
(La fotografía de la firma pertenece al blog: http://www.bibliographos.net/rubrique.php?id_rubrique=8.)

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