martes, septiembre 20, 2011

Lo

Entra aquel negro en el bar con
pinta de haber sido un niño de
la guerra, completamente ido,
con enormes gafas de sol bien oscuras,
medio cantando, exigiendo cambio
con un billete de 20 euros arrugado en el puño
que suelta como una detonación sobre la barra.
Al final se va con todos sus amuletos y su gorra y su risa
sin comprar el tabaco
habiendo conseguido el cambio por la cara. Mientras la camarera
se queja de la inundación que
surge cada vez que pone a funcionar el lavavasos desde
hace un par de días. La
jefa se desentiende -no está, por
supuesto, para verlo-
no quiere ni llamar al fontanero,
una bombilla de 3 euros le parece una exigencia
inabordable.

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