Es más, el pueblo sabe que sus muertos están bajo tierra en una
habitación mientras que los poderosos, incluso ya muertos, habitan en lo
alto del castillo como antes lo hicieron en vida. De esta injusticia
que aspira a ser eterna surge el comentario sublevado de Kafka: “Nuestra
salvación es la muerte, pero no ésta”.
Enrique Vila-Matas, en El País
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