sábado, septiembre 20, 2014

el arcaico vicio de uno mismo


no reconocerías a un thelonious monk si lo tuvieras delante
no reconocerías a un françois de villon si lo tuvieras delante
no reconocerías a un arthur rimbaud si lo tuvieras delante
si hablara delante de ti van gogh o velázquez no les reconocerías
si hablara delante de ti spinoza o bertrand rusell no les reconocerías
podrías encontrarte en la calle a ella fitzgerald o a safo y ni te fijarías en ellas
ni siquiera les dedicarías una mirada,
si esperara en el metro duchamp o shostakovich ante ti te fijarías en el cartel de publicidad
o en los minutos para el próximo tren para no coincidir con su mirada,
ni siquiera un lao tse ni siquiera alejandro magno ni tampoco jesucristo
levantarían tu curiosidad,
ni un mínimo atisbo de interés o una mínima expresión de desorden
aparecerían en tu rostro.
Lo sé.
Sé que ni César Vallejo te haría girarte para percibir su magna tranquilidad
su brillante mirada cetrina.
Sé que no te inquietaría oír los pasos detrás de ti de Huxley o del propio Orwell,
sé que no te inquietaría tener detrás de ti a la mismisima Mata-Hari,
ni detendrías tu automóvil ante Jim Morrison o Neal Cassidy o el propio Bukowsky
que hacen auto-stop en mitad de la autopista.
Te has cruzado con Avicena y ni le has mirado a la cara,
te has cruzado con Erasmo de Rotterdam,
te has cruzado con Ramón y Cajal,
te has cruzado con Nietzsche, con Ulises o con Homero... Nada.
Has seguido tu camino. Tu camino lleno de escombros, de miserias y de dudas.
Eres un trozo de hielo. Eres un resto de aquella estrella. Eres un pedazo de carne
al que intentas ofrecerle un nombre, o una caja con una pistola, o un bote de pastillas,
con un resentimiento que te recome el pecho e intestinos.
Sé que si sigues adelante, con suerte, mucha suerte, te cruzarás en un bosque lleno de memoria
con un claro donde solo habitará la luz
y allí te preguntarás por fin quién eres.
Guardas tu silencio para ti mismo y nadie ni nada te responde.
Escuchas a lo lejos el río más viejo del mundo,
el túmulo donde se guardan los restos y los huesos de antepasados
que fueron potencia, conciencia, y cada uno de los gestos inconscientes
que no has interpretado desde que eres.
Un pájaro rasga el cielo. Sangra de nuevo tu cabeza.
Tienes frío o un calor que revienta tus venas.
El mundo siempre ha estado fuera como una condena firme y maravillosa.
Necesitas un espejo para situar los atributos.
Podrías dormir un poco. Descansarlo.
Necesitas amar, transitar al otro lado, perderlo todo, olvidarte de ti mismo.
Necesitas amar, decirte adiós es necesario, aunque sea un espejismo.
Un espejismo.

No hay comentarios: