lunes, septiembre 29, 2014

Adelaida García Morales, in memoriam



El viernes día 19, al término del recital organizado por Gsús, encontré en la librería La esquina del zorro, en una de las pilas de los libros de segunda mano, el libro El Sur, de Adelaida García Morales, autora a la que no había leído aún y a la que tenía muchas ganas, pues siempre la relaciono de forma instantánea, y es obvio hacerlo así, con la película del mismo título. De hecho, cuando lo vi apilado entre otros muchos saldos —pues bien es cierto que les han vendido a los currantes de la librería, si mal no estoy informado, un par de bibliotecas últimamente— dije: "Por fin. ¡Aquí estás!", o algo parecido, sabía, no sé por qué, que este libro era y es muy especial. Así que, al cabo de un par de días, en un parque, mientras esperaba a un amigo, lo terminé de leer y a su término, fluyeron las reflexiones. En primer lugar, me conmovió su manera de narrar, una voz sin artificio, que crea con sencillez un mundo en el que poco a poco te introduce, como si una persona estuviera narrando, o más exactamente, te estuviera susurrando con absoluta tranquilidad una historia en la que no se sabe por qué razón te has involucrado y que te seduce porque se mantiene en un espacio de discreción muy entrañable pero con un precioso trasluz de tristeza. La soledad y la niñez, junto con el dolor producido por la pérdida del padre y el surgimiento del amargo recuerdo, los espacios y atmósferas reveladas, la pérdida irreparable de una infancia que se va insinuando de una manera tenue, despliega una sensibilidad que cala la imaginación de quien lo lee…, sí, todo ello lleva a cabo lo que se puede denominar como la magia de la literatura. Magia con la que Adelaida García Morales es capaz de atraer completamente la atención de cualquier lector que quisiera sumergirse en dicho mundo... y eso, os lo puedo asegurar, con muy pocos libros ocurre a lo largo de una vida.
Para terminar, y en segundo orden, también me llamó la atención la cita de Hölderlin, como frontispicio y saludo al lector... pero lo que me intrigó fue cuando descubrí el final que nunca se vio en la película y que en el libro es. Un final en Sevilla, en el sur, un final al que se opuso radicalmente Querejeta y con el que Erice contaba. De hecho, de aquí surgió la separación entre ambos genios. Pues bien, luego de terminarlo me quedé pensando también si hubiera sido mejor incluir el final del director y respetar principio y fin de la novela, por lo que intenté recrear en mi cabeza ambos, pero vino la noche y tuve que salir casi corriendo porque no llegaba a mi cita.

(Un enlace a un recorte de periódico que habla de su paso por la Feria del Libro de 1985 (AQUÍ)

Política & mass-media



Parece que a nadie o a casi nadie le cae bien un político, un señor o señora que se dedica a administrar las perras de los demás, es decir, de los y las contribuyentes para que luego te la líen parda: te hagan leyes que no quieres ni por asomo, le vendan lo que no es suyo a un tipo que luego le corresponderá con un jugoso trabajo en su empresita, etcétera y con su bla, bla, bla.
Pues bien, oyes la radio y aparece un político, te da por poner la TV y sale un político, compras una revista o caes en la tentación de abrir un periódico o entrar en Internet para ojear las noticias o cotillear en el twitter y ahí están... todo el santo día, a todas horas, con sus de-aquí-para-allá y sus correveidiles y sus tal-para-cual. Entonces, (es-cuando-dices-ENTONCES-y-sólo-aquí) cuál es el problema, decidme... pues que aunque no queramos están ahí en los llamados "mass media", sus amados "mass" y sus miserables "media" y es cuando te da por pensar, por decir... ¿y si mi pongo a leer un libro que no sea... o escuchar un disco o mira que exposición tan inspiradora....? Detente, para, levanta la vista y observa cara a cara, por ejemplo... la altura de los edificios, tomátelo un poco con calma, take it easy, baby, incluso puedes llegar a silbar, por ejemplo, digo, es un decir.

sábado, septiembre 20, 2014

el arcaico vicio de uno mismo


no reconocerías a un thelonious monk si lo tuvieras delante
no reconocerías a un françois de villon si lo tuvieras delante
no reconocerías a un arthur rimbaud si lo tuvieras delante
si hablara delante de ti van gogh o velázquez no les reconocerías
si hablara delante de ti spinoza o bertrand rusell no les reconocerías
podrías encontrarte en la calle a ella fitzgerald o a safo y ni te fijarías en ellas
ni siquiera les dedicarías una mirada,
si esperara en el metro duchamp o shostakovich ante ti te fijarías en el cartel de publicidad
o en los minutos para el próximo tren para no coincidir con su mirada,
ni siquiera un lao tse ni siquiera alejandro magno ni tampoco jesucristo
levantarían tu curiosidad,
ni un mínimo atisbo de interés o una mínima expresión de desorden
aparecerían en tu rostro.
Lo sé.
Sé que ni César Vallejo te haría girarte para percibir su magna tranquilidad
su brillante mirada cetrina.
Sé que no te inquietaría oír los pasos detrás de ti de Huxley o del propio Orwell,
sé que no te inquietaría tener detrás de ti a la mismisima Mata-Hari,
ni detendrías tu automóvil ante Jim Morrison o Neal Cassidy o el propio Bukowsky
que hacen auto-stop en mitad de la autopista.
Te has cruzado con Avicena y ni le has mirado a la cara,
te has cruzado con Erasmo de Rotterdam,
te has cruzado con Ramón y Cajal,
te has cruzado con Nietzsche, con Ulises o con Homero... Nada.
Has seguido tu camino. Tu camino lleno de escombros, de miserias y de dudas.
Eres un trozo de hielo. Eres un resto de aquella estrella. Eres un pedazo de carne
al que intentas ofrecerle un nombre, o una caja con una pistola, o un bote de pastillas,
con un resentimiento que te recome el pecho e intestinos.
Sé que si sigues adelante, con suerte, mucha suerte, te cruzarás en un bosque lleno de memoria
con un claro donde solo habitará la luz
y allí te preguntarás por fin quién eres.
Guardas tu silencio para ti mismo y nadie ni nada te responde.
Escuchas a lo lejos el río más viejo del mundo,
el túmulo donde se guardan los restos y los huesos de antepasados
que fueron potencia, conciencia, y cada uno de los gestos inconscientes
que no has interpretado desde que eres.
Un pájaro rasga el cielo. Sangra de nuevo tu cabeza.
Tienes frío o un calor que revienta tus venas.
El mundo siempre ha estado fuera como una condena firme y maravillosa.
Necesitas un espejo para situar los atributos.
Podrías dormir un poco. Descansarlo.
Necesitas amar, transitar al otro lado, perderlo todo, olvidarte de ti mismo.
Necesitas amar, decirte adiós es necesario, aunque sea un espejismo.
Un espejismo.

viernes, septiembre 19, 2014

Gsús Bonilla y los antidisturbios

A mi amigo Gsús Bonilla le han entrevistado en el diario Público por su último libro Comida para perros (Baile del sol, 2014), haciendo referencia, por supuesto, a los que "nos protegen" en las manifestaciones de nosotros mismos y de ellos mismos. AQUÍ la entrevista; esta tarde en la librería La esquina del zorro, por ejemplo.

Una pequeña historia

Al subir al autobús ve que al fondo, sentado, en una de las esquinas, hay un chico vestido con ropa deportiva que mira fijamente por la ventana. Apenas hay nada que ver pues los cristales son oscuros y la noche se ha echado encima. Destellos, luces, alguna que otra sirena, las farolas al otro lado de la carretera, etcétera.

Ella va con dos críos. Una niña y un niño que corretean arriba y abajo en el pasillo, riendo, jugando, como si fuera aquella la primera vez que suben a un autobús. La niña, con el pelo muy largo y una camiseta y pantalones cortos. El niño igual salvo el pelo que lo lleva más o menos corto. Los dos con la ropa un tanto sucia por el polvo y la tierra, pues han estado jugando todo el día sin que les importarse caerse al suelo. Incluso la niña tiene el pelo un poco zaparrastroso, sin brillo, pero lleno de vida, eléctrico, con esa vida que demuestra que se lo han estado pasando en grande. Se sientan. La chica que cuida de los críos, acoge sobre sus piernas a la niña. La niña evita por un momento encontrarse con los ojos del muchacho de ropa deportiva. La muchacha que ha sentado sobre sus piernas a la niña es joven, sus dientes necesitan brakers, los premolares sobre los caninos, pero esto, no sé por qué razón, le hace más atractiva, con más ternura si cabe. El muchacho duda de que sea su madre, la madre de los dos críos. Se fija también en que lleva el cuerpo tatuado, con muy bonitos detalles. Pequeñas manchas de color, chispazos que se reparten por los hombros… dibujos con los que apenas acierta a hacerse una composición completa pues la ropa oculta ciertas líneas que discretamente nos hacen pensar que pertenece a un todo que bien podría apreciarse si estuviera desnuda. Esto no lo piensa en ese momento el muchacho de la ropa deportiva. De hecho no llegará a pensarlo jamás. Asi es.

La chica evita mirar al muchacho de ropa deportiva que tiene justo enfrente, e incluso creo que lo ha ignorado conscientemente desde el principio, pero dirige un par de veces la vista hacia un chico con el pelo rapado que se ha sentado con otro chico que parece un amigo o su pareja. 

El niño en cambio parece curioso ante el muchacho de ropa deportiva. Se queda fijamente mirándole. Ve a un hombre mayor con el pelo blanco. Un hombre mayor con el pelo blanco que parece muy serio, muy serio y tranquilo que sigue mirando por la ventanilla, y que observa a su tía y a su hermana con la que ha pasado un día muy divertido. Toma su dinosaurio de juguete entre las manos y deja su mirada en los ojos del señor serio vestido con ropa deportiva. El hombre serio gira la cabeza y le sonríe. Ha dejado de mirar por la ventanilla y ahora le mantiene la mirada. El niño también le sonríe. El hombre le pregunta:

-      ¿Alguna pregunta, amiguito?

El crío le sonríe y dice que no con la cabeza. Se supone que sólo es curiosidad.

-      Pues te contaré una pequeña, pequeña historia que me ha ocurrido hoy. Corría por la Casa de Campo y había mucha gente descansando sobre la hierba. Se ve que disfrutaban de un bonito y agradable día cuando de entre unos árboles ha salido a mi paso un gran perro ladrándome… me ha perseguido durante unos metros pero yo he sido más rápido y le he esquivado… pensaba el perro que era una salchicha… ¡una salchicha saltarina!

Los niños ríen porque el hombre realmente tiene forma de salchicha. Es un poco obeso y la ropa le queda ajustada. La muchacha sonríe sorprendida por la historia de aquel hombre mientras mira al niño que no le quita ojo al hombre.

El chico de la ropa deportiva, el hombre serio, sigue sonriendo al niño que ha escuchado su historia pero de pronto gira su cabeza y dirige su mirada hacia fuera, a la calle que no existe, que apenas son destellos, reflejos, chispazos de luz casi incomprensibles, ruidos que se diluyen al instante y que no son nada. Es entonces cuando su cara cambia completamente, y de la sonrisa pasa a la más discreta concentración. Parece olvidarse de sí mismo mientras sus ojos se hunden en el exterior mientras el bus avanza.

La muchacha advierte a los niños que han llegado a su parada. El niño recoje su juguete y marchan. La niña brinca por última vez en el intento de alcanzar la agarradera que pende de una de las barras que cruzan el techo del bus de parte a parte. El hombre, en cambio, sigue observando la calle, absorto en sus pensamientos. 

jueves, septiembre 18, 2014

PoétiKas, septiembre 2014


mañana nos veremos las caras

vestiditos de palabras
la nueva carne adorna aquella flor
aquel estambre.

Residuos


(estás muy poética
atlética
¿eres pérrica
o aristotélica?

*     *     *
Soy un moderno
no tengo mucho tiempo
te lo voy a explicar:
soy un moderno
no tengo mucho tiempo
te lo voy a explicar...

*     *     *
¡Sal a bailar
vestido de velcro,
vestido de huevo,
vestido de vómito,
vestido de hueco!)


martes, septiembre 16, 2014

Pregunte por la plaza

-Disculpe...
-¿Sí?
-¿La Plaza Margaret Fáker?
-Yes, of course... mire, va usted a la dere... ¡ehhhhh!
-¿Queeeeeeé?
-Usted ha dicho... ¿fáker?
-No, he dicho la plaza márgared tráser
-No, usted ha dicho márgared fáker... no me líe...
-He dicho margared... bueno, no sé, pero es la nueva plaza que ha puesto la boba-empotrada de la vida del cap-of-ti-in-plaza-mayor, ¿no es así?
-Oh!, yes, my God. Junto a la calle estrecho de Gibraltar (español)... ¿no?
-Oh, no, my estupid spaniard! Dicha plaza la han colocado muy lejos (so long) de la calle que dice usted. ¡No son tan tontos estos romanos!

lunes, septiembre 15, 2014

Funfanfarria, de nuevo un nuevo espectáculo

Aquí le damos mucha canchita a esto de la fun-fanfarria pero es que es así. Son gente muy maja y se lo merecen. Esta vez presenta su nuevo espectáculo, o se hace eco del mismo que para que nos entendamos es casi lo "mesmo" la revista Jot Down. Ustedes que lo disfruten, pues es para ello.

Aparte del texto de Gustavo Gonzalo, componente de este jaleo junto con Sara Nieto, se contarán con: "Prefacio del maestro Mimmo Reppeto" incluido en la novela Todos tienen razón de Paolo Sorrentino. "Revolución" de Slawommir Mrozek incluido en La vida difícil.
La versión de "Tengamos sexo en paz" de Darío Fo llamada La maestra de orgasmo. "Pues vale", de Juan Cabestany incluido en Tren de mercancías huyendo hacia el oeste.

jueves, septiembre 04, 2014

miércoles, septiembre 03, 2014

Granada I

Nostalgia,
me robas mis días
como robas mis noches
y te he descubierto
en el único lugar de la luz
mientras subía por una calle
del Albayzín,
junto a la chica que duerme
en un banco en la orilla más ardiente
de la tarde.
Nostalgia. Con el rumor
de la chicharra,
las voces del Sacromonte
se oyen a lo lejos
a través de un túnel
que construyera la misma luz
¿las escuchas?
No fue difícil cuando
le lavabas los brazos
en la fuente aquella.
No fue difícil
que las brasas se hicieran roca
y fueran luz de nuevo
aquí. Ya ves.

Mientras,
todo parece seguir brotando.
Mientras,
todos los días aquellos
del crisol de los pueblos
que hayas conocido
se reúnen aquí
y repican en breves destellos,
inapreciables sus índices.
Mientras, siguen los días
uno detrás de otro
desembargables,
uno detrás de otro,
tan constantes e impacables...
               como la vida,
               como la muerte,
               como la vida...





Granada II

¿Has visto
a aquel tipo con sombrero negro de fieltro,
mochila y guitarra a la espalda
seguir a aquel grupo de perfectos turistas japoneses?



(29.08.14)

lunes, septiembre 01, 2014

La librería Mainel

Este verano, en la tercera semana de agosto, me encontraba en Burgos donde comprobé que la librería Mainel se había convertido en una bonita tienda de ropa..., en pasto de la moda. Y esto es lo que decía el Diario de Burgos en su edición del 2 de septiembre de hace ahora 2 años:  "Son muchos los arquitectos y amantes del arte de la ciudad que tienen anécdotas o una historia particular con un local que primero atraía por los libros o cuadros expuestos en los escaparates y, después, por el sorprendente diseño del interior en tres espacios, obra del arquitecto Pedro Gutiérrez. «Mainel ha significado muchísimo para nosotros. Primero, porque era nuestra biblioteca y, luego, por el local en su conjunto. Casi todos los arquitectos hemos pasado por allí», explica el presidente del Colegio de Arquitectos, Félix Escribano, destacando que esa peculiaridad llevó al colectivo a pedir en las alegación al Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) que se protegiera al local suponiendo que algún día cambiara de propietarios. Ahora que ha llegado el día, Menchu Gil solo tiene la esperanza de que alguien se decida a continuar con su legado. «Ojalá. Solo pediría que no tiraran el local», concluye."

Así es, no han tirado el local, pero lo han transformado completamente.