jueves, enero 22, 2015

W. G. Sebald y Alfons Jørgensen

El otro día vino a comer a mi casa una amiga. Una amiga con gato, sin hijos, sin pareja, pero con libros y amigos. Comimos en el salón y me comentó que tenía muchos libros pero yo le negué este hecho porque es mentira. Tengo los libros apilados pero nada más. Hay un enorme espacio vacío en mi casa. Los pasillos, por ejemplo. Además, me cuesta imaginar cómo podría llegar a ser una mudanza si, llegado el caso, me fuera de aquí. Recordé entonces una película en la que un crítico y poeta llamado Alfons Jørgensen se hace amigo, colega, compa o confidente del protagonista de la película llamado Elling. Elling es un tipo que ha vivido toda su vida metido en casa con su madre, sin conocer a otra persona más. Su madre se ha muerto y él, al no poder enfrentarse con la sociedad, con lo que hay afuera, se le ha internado en un hospital y luego en una casa de acogida con otro personaje completamente diferente a él, pero también con serios problemas diferentes de adaptación. Problemas de adaptación y habilidades sociales y brotes de ira y malos humos y vete tú a saber. Alfons es un tipo simpático que chasquea los dedos antes de echar una buena meada. Un tipo que agradece la sinceridad de Elling cuando éste se indigna en un recital de poesía pues Elling con sus poemas, porque ha decidido ser poeta y escribir lo que le pasa, no soporta a fantoches, es decir, ¡vamos!, como que van a la moda de la afectada desesperación, la fachada, lo más de lo más, lo sucio y lo gritón. Lo vacío. El ego, imagino. Alfons ha perdido hace poco a su mujer y se ha quedado varado como su precioso y antiguo coche en el garaje de su casa. Pero su casa se encuentra atestada de libros. Completamente repleta. En las habitaciones, en los pasillos, sobre las mesas, en el cuarto de baño... pero un día se pega una buena toña porque los libros le hacen que su propia movilidad sea escasa, más bien tirando a deficiente, y tal, y es evidente que, en una persona de su edad, la recuperación va a ser mucho más lenta. Pues bien, los tres saben salir del agujero en el que están porque cada uno sabe cómo hacérselo, cómo salir de allí, cómo auparse para saltar el muro...

(Y aquí no voy a escribir una conclusión como si fuera esto un examen de Comentario de texto de la selectividad)

(Actualizada a las 9:48 de la mañana)

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