miércoles, octubre 21, 2015

Arvo Part Symphony N.º 4 'Los ángeles'

Todo está perdido.
Todo se ha perdido ya.
Alguien empuja tu espalda de trapo.
Pero también alguien habla por ti.
Por el trapo en el que te has convertido.
Un trapo que solo sirve para limpiar un pedazo deforme de madera.
Alguien habla por ti porque nadie te escucha.
No has dicho ni una sola palabra tuya desde que llegaste.
¿Tal vez no has dicho ni una sola palabra desde ti desde que llegaste?
Miras hacia atrás. Estás solo en casa. Los fantasmas y los ruidos extraños están solo en tu cabeza.
¿Cuántas veces tendrás que arrastrarte, evitar el enfriamiento para poder seguir arrastrándote
por este cielo revelador cada día que para ti es la vida?
Solo para ti esta realidad se te ofrece.
Muchos hablan. Muchos respiran. Muchos comen y defecan. Muchos piensan.
Muchos hablan y te miran y te dicen o se callan o se vuelven.
Otro fue el que puso la baldosa por la que pisas.
Otros han construido el edificio en el que habitas y ahora tú debes continuarlo. 
¿Debes seguir construyendo el edificio en el que vives?
Observabas a la luna de niño y pensabas largamente sobre esa bola insomne.
De niño, cuando niño. Escondido. Espiabas aquella bola blanca con unos prismáticos. Y le hacías preguntas que no recuerdas.
Porque se han perdido. Porque se han quedado en aquella habitación oscura.
Porque tú ya no eres el mismo con la ingenuidad. Preguntas ingenuas.
Preguntas que no llevan a ningún sitio porque eran preguntas que te hacías a ti mismo
ante ese enigma grandioso e inabarcable que es la vida.
Porque tiene que ser así.
Porque si no serías un pez. O un insecto. O una piedra.
Pero podrías ser un pez o un insecto o una piedra para una inteligencia inconcebiblemente superior.
Porque podrías ser un trapo.
Un instante.
Un destello.
Pero eres un trapo que piensa.
Un destello, un instante, un chispazo, una pavesa que piensa. O crees que piensas porque aún no ha surgido una palabra tuya.
Por ahora es todo. Ni siquiera has dicho una sola palabra tuya,
pero dices que piensas. En toda tu vida no has dicho ni una sola palabra tuya
pero dices que piensas. Dices que no eres un trapo. Un trapo que observa.
Que se humedece al contacto de un trozo de madera o de tierra.
Pero dices que piensas, Todavía, aún, ahora mismo.
En este preciso momento. Es tuyo este.
Un trapo por el que otro u otra ha hablado. Así. Es suficiente.
Una sola palabra. Ni siquiera una sola palabra.
¡Si...!
Tal vez la palabra venga en tu sueño. Que la palabra haya sido dicha en aquella noche
tras noche y tras otra noche mientras allí escondido observabas el papel en blanco de la luna haciéndole preguntas porque tú eras su pregunta la pregunta eras tú mientras intentas recordar cuáles eran exactamente las preguntas que le hacías allí acurrucado desbordado por el enigma que comenzaba a ser la revelación constante.

Una sola palabra.

Una sola pregunta.

Ni siquiera te acuerdas.

Es suficiente.

Así, es suficiente.

Basta.

Así.

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