sábado, octubre 17, 2015

Oye, Estaba aburrida, Tenía ganas de hablar, tío, contigo de algo, ¿no?... Vas, y no estás, o no quieres ponerte...¿qué pasa?, no...

Te asomas a la terraza y dejas, en un primer momento, que tu mente navegue, que vaya a su ritmo que no se sabe muy bien cuál es. Encuentras cualquier razón. Suficiente que pasen un par de chicos que caminan calle arriba conversando. Dos muchachos de negro que hablan de sus cosas, dos jóvenes, y piensas en la palabra renovación. Todo se renueva. Continua. Y tú continúas siendo el mismo. Creer que el tiempo es el mismo, pero no es así. Y no es así porque recuerdas aquella pareja de rockers en el campo de fútbol de tu barrio bailando y besándose mientras cantaban aquella canción que decía "yo para ser feliz quiero un camión", dos rockers que habían salido de la más bonita noche de rock'n'roll y sexo y caricias y besos y esos tres chicos que ves ahora no habían nacido ergo no existían luego no vieron la Belleza de ver a aquella pareja borracha resacosa rocker amantes devorantes y devorados trastabillando por aquellos campos de fútbol de tierra de aquella liguilla de fútbol a la que ibas cuando apenas tenía 14 años, tus 14 años que ya no existen hace mucho tiempo...
Un chico con una gorra roja sale del portal y se cruza con ellos. Una pareja con un carrito. Piensas entonces en las palabras de Ramón Gaya al final del reportaje en TV. Palabras que te han emocionado. Recuerdas que hablaba de la maestría y que se sonreía al sopesar el término y se reía de, no sé, de dicha palabra: "maestría". La voz de Gaya con otras imágenes... "la maestria -sonríe- ves que no es maestría, que después de todo eso, al cabo de una vida, no es la maestría... es encontrar un principio", es decir, el Principio. Él no ha podido decirlo mejor. No es la maestría lo que se persigue sino un principio que sea capaz de hablar con claridad. El verdadero, el único principio de cada uno.
Expresarse limpiamente. Su propio ser, su propio yo, la identidad. De alguna manera nuestra propia naturaleza habla por nosotros: ¿no son nuestras huellas digitales únicas, no lo es acaso nuestro iris? Por eso aquella expresión de "es un poeta" cuando nos referimos a una persona única, transparente, con una luz que sólo posee él o ella. Aquella persona que nos hace reconciliarnos con todos. Hay mucha gente hermosa.
Pero, aguarda un momento, lo que más te ha llamado la atención de todo eso es un comentario cuando has empezado a ver el documental. El artista como el niño desea sorprenderse con todo. A menudo que crece se encuentra que su capacidad de sorpresa desciende, y es entonces cuando se entristece porque el artista necesita de la sorpresa para seguir como tal y ve que desciende cada vez más. Para estar vivo necesitas sorpresa tras sorpresa y una vez que dejas de recibir te entristeces y comienzas a apagarte, marchitándote. Es muy difícil ser un artista, pensabas que el pago por aprender y contemplar, por aprender y contemplar era pequeño o incluso lo ignorabas...
¡Es tan difícil hablar de esto!

(El título de la entrada son las palabras dejadas por una persona en el contestador de Malcolm Scarpa y que tengo en una cinta cassette grabada de no sé qué disco del artistazo).

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