domingo, octubre 18, 2015

Todo continua (II)

Decíamos el otro día aquello de salir al balcón porque nunca he sabido muy bien si vivo en un piso con balcón o con terraza. Un balcón es demasiado pequeño para lo que yo veo. Una terraza demasiado aparatoso. ("Un balcón es demasiado pequeño para lo que yo veo". Me refiero a la idea de "balcón" no a "lo-que-yo-veo-desde-aquí", disculpad la precisión post-tranco. Claro, que por otra parte, la idea de lo que puedo ver desde un balcón es pequeño para lo que siento que veo, un pensamiento muy "Pessoístico" o "Pessoano". Que por cierto ésta debe ser el término adecuado. Vuelvan a disculpar la pedantería.). Lo cierto es que estaba pensando, nada más acodarme en el barandal, que esta mañana al salir de casa he visto a una mujer que parecía, que era clavada a una amiga que murió hace un par de años, en el mes de junio. Se fue una noche, de un ataque cardíaco. Así, espero que sin sufrir. Escribió un tuit, como otro cualquiera y a la mañana siguiente no volvió a despertar.
Supongo que parte de mi confusión ha sido porque ya soy bastante miope y empiezo a no ver casi nada a una distancia media, es decir, a no distinguir bien los rostros a escasos veinte metros. Es así, a esto también hay que acostumbrarse. La he visto que venía frente a mí, y la he "reconocido" por su pelo negro y su rostro... su graciosa delgadez y sus maneras duras y diferentes de caminar. Una rockera. La mujer ha girado 90º grados y se ha ido por la perpendicular. No nos hemos cruzado. El otro día vi a un chaval al que creí reconocer en un compañero del instituto... "sí, pensé, pero con 20 años menos". Lo cierto es que he vuelto a salir a la terraza-balcón y he visto a una niña de unos cuatro años llevando en su carrito de bebé a su muñeco. Junto a ambos caminaba encorvado el abuelo, con paso mediado por la edad. La niña ha girado su cabecita desde su estatura para hablar con su abuelo. No sé qué le habrá dicho, pero creí escuchar los mismos pensamientos del abuelo que se percataba en ese instante de que lo que le decía su pequeña nieta fueron también los mismos pensamientos de su niñez cuando también iba descubriendo el mundo como ahora lo hace ella. Todo continua, sin duda.

(Al volver a sentarme en el sillón y a ocuparme otra vez de mis pensamientos se me ha colado como una brisa helada una inmensa tristeza, que de alguna manera justifica el haberme puesto a escribir todo esto.)

No hay comentarios: