jueves, marzo 24, 2016

La luz sigue cumpliendo su tarea

Veo que la luz sigue cumpliendo su objetivo.
Así como el sueño en la mitad de la noche.
Me visto para escribir como si marchara a la calle,
por si acaso tuviera que salir huyendo de mí mismo al descubrir la Verdad
mientras tecleo al azar las fichas de la construcción de mi pensamiento.
Recorrido que ha de ser siempre interpelado por el casi automático golpear de uno y otro cuadrado negro.
Uno otro cuadrado negro irresponsable insustancial imperdonable cuadrado negro que forma cada una de las teclas con un signo en el interior de cada una.
Compruebo que el sueño, así como la luz, cumplen su seguro objetivo.
Al despertar vuelve a desplegarse el on de la memoria y soy de nuevo ese yo que a todas partes me acompaña y al que llamo Yo o el nombre que posea desde que me dijeron... ¿o no me lo dijeron?
No lo recuerdo. Soy tan vulnerable que no recuerdo cuando acepté mi propio nombre. Soy tan débil que no recuerdo cuándo fue el momento exacto en el que acepté llamarme así, firmar ese contrato. Delegamos tal vez demasiado en nuestra vida. ¿O tal vez no?
Negarse a dicha evidencia: (aquella muchacha de apenas 18 o 20 años que en la barra de aquel bar me dijo que se llamaba Lizzy o Lisi o Lissy, quén sabe...
joven y tan sincera). Nuestro propio nombre nadie nos lo podrá arrebatar. Surge en lo más recondito de nuestra conciencia como podría surgir el ojo en lo más oscuro del universo.
Nuestro quehacer es seguir construyendo para poder-seguir destruir. Construir para que lo que se destruye sea siempre en menor proporción. No sé si esto es correcto decirlo así.

Antes de morir, Raleigh Carsen, con el último hálito que le quedaba, pronunció estas palabras: "¿Cómo me llamo?".

El Nombre, nuestro propio Nombre, el-que-aparece-en-lo-más-recóndito-de-nuestra-conciencia
(digamos esto por decir "ser").
Se ilumina con la vieja luz del recuerdo...

Veo que la luz es su propio objetivo.
Así el sueño en el centro más vivo de la noche.

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