cuando pensabas en ello,
pero te sucede de nuevo en la cabeza
como si estuviera de nuevo, ahí fuera,
sin posibilidad alguna de trastorno,
sin posibilidad de cambio alguno.
Enquistado como un comodín del sentimiento
aparece
con ese pálpito,
el aura indescriptible
—por mucho que te esmeres es así,
no puedes ni cambiarlo ni expresarlo—
es la valiente frustración
anclada a cuanto te remites
un olor, un rostro, situación,
algún lugar
A AQUELLA EXTRAÑÍSIMA FELICIDAD
cuando fuiste capaz de desprenderte de ti
y no ser más que lo ahora
fijo
inexpugnable
se revela como un elemento tal vez irresoluble
—parece que asoma cierto signo—
sin armazónpero que late: UN, DOS... UN, DOS... TRES
hasta que desaparece de nuevo
y podríamos decir
que es una pieza fija de la nostalgia.
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