viernes, mayo 27, 2016

Diario V

Ayer estuve en el Verguenza Ajena disfrutando del buen hacer de la poesía de María-Eloy, de su sorna, del sarcasmo, de su crítica social no panfletaria o su política, de su peculiar relación con la historiografía (en concreto desde Atapuerca hasta hoy, que ya es decir) y la filosofía, de su dedo-en-el-ojo, de su abrigo de cola (como una pianista que toca las palabras y musicaliza dardos y onomatopeyas) y de su magia.
En mi opinión es una de las mujeres poetas más vivas en la poesía (ya estoy con las clasificaciones, las adulaciones, las las-las, pero sabed que è veramente certo) con un recorrido que aborda sin despeinarse, y eso que lo intentó varias veces en el escenario, otras lindes diferentes a lo que pudiera entenderse estrictamente por poesía.
Sin duda alguna, me quedé muy disfrutón aquel día en el que la vi desde la ventana de la vecina echándonos una buena retahila de sus versos en aquel Patio Maravillas, allá por Malasaña hace unos cuantos años (¿6, 7, 8?), no sé, no recuerdo, pero en la Wikipedia no hace mención de la poesía que discurrió en este espacio autogestionado en la calle Acuerdo en unas cuantas ocasiones.
También debo añadir que para las ocasiones que se tienen para disfrutar de María-Eloy, poca gente había, de hecho lo digo sólo y exclusivamente porque llegaba con la idea que no iba a caber ni un alfiler (y no exagero, juro que es lo que pensaba, lo juro, joder, con "jota"). También decir que hubo unas cuantas intervenciones que hace que el Verguenza Ajena sea cada vez más propia. (No sé qué quiero decir con esto, pero es positivo, ¡nunca negatifo!). Un par de intervenciones que me dejaron bien servido aquella noche, y en concreto un tipo que leyo tres poemas breves 
En fin, gracias a Pepe que ya sé que se lo curra rabiosamente bien y él lo sabe.


(La imagen es del portal web vociferio.es, Festival de poesía oral y escénica de Valencia)

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