jueves, junio 09, 2016

Contra el Reino de España

Ahí va un poema que escribí hace ya unos cuantos años, no recuerdo cuándo. Supongo que el tiempo pide (exige) algo mucho más refrescante, pero para esto os diré que hace muy poco acabé de leer un libro de Charles Simic, La voz a las 3 de la madrugada (por cierto, extraordinario trabajo de edición y traducción -aunque esto solo pudiera ser un juicio prematuro, pues apenas sé un poquito de inglés- de Martín-López Vega). También puedo decir que qué pena, que putada el que desapareciera una de las editoriales más importantes, virtuosas e independientes de este país, es decir, DVD ediciones. Es un lujo, pues es difícil que te defraude, poseer un libro de la ya extinta -como he dicho- fantástica editorial.
Bueno, pero yo venía aquí a hablar de mi poema...

 

Contra el Reino de España


Vivo en un diminuto rascacielos
junto a una gran catedral
que ha decidido enterrarse
ante el acoso de la Bestia.

Lenta pero misericordiosamente
se hunde en la tierra,
hasta que solo queda de ella
ungulares rocas
de más de ocho siglos
de estulta genética.

En su luz resulta un pétreo montón de trigo.

Rosetones, vidrieras y pináculos,
cálices, cruces y maderos,
mármoles, verjas y tumbas
yacen desnudas en un solo nicho
mientras el rascacielos rasga
en una sola herida a la sangrante brisa.

Un viejo,
con la cabeza de un niño entre los brazos,
me dice, sonriendo: “¡Es el progreso!”.

En la calle, ya no quedan pájaros.

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