He estado, durante un par de minutos,
mirando mi cartera vacía
delante de la bibliotecaria
que me acababa de prestar un par de libros de lingüística
por si acaso aparecía de nuevo ese billete
que tanto me gustaba.
Uno de tantos, limpio, nuevo, reluciente.
He estado observando fijamente
mi cartera vacía.
No aparece.
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