sábado, febrero 26, 2022

II

 Recuerdo las viejas Navidades 

cuando todo aparecía en su claridad y orden.

Las luces impregnadas de esperanza 

eran como un bálsamo que reponían mi niñez

con la delicadeza de la caricia y el amor.

No necesitaba ni siquiera de la caricia del aire

ni de la luz.

Pero, ¿sabes?, ha cambiado. Un destello viejo y sucio

me cubre la cabeza, y solo la ceniza es capaz de habitarme.

No es culpa tuya, no lo es. 

He decidido naufragar. Un peso amargo y duro,

un peso de escolopendra y de agua dura 

me puede hasta hundirme.

¿Quién podrá sobrevivir a esta trampa?

Dime, amor, ¿me ayudarás?


No hay comentarios: