miércoles, agosto 06, 2008


Me cago en los Juegos Olímpicos
Existe un blog en El País digital que se titula Me cago en mis viejos. Hoy he dejado un comentario sobre Unabomber, el famoso terrorista a modo de un Walden “supercabreado”. El autor, a mi entender, lo confunde con un hiki komori, o como se diga.
Por una parte me ha recordado, por un momento, a la maravillosa película de F. Fernán-Gómez en la que hace de eremita en el cuarto de baño de su casa, aunque no exactamente eremita puesto que allí recibe a sus colegas para jugar a las cartas, a visitas imprevistas, a los detectives siempre dispuestos a la ensoñación propia de los propios detectives o al amante de su mujer que le reprocha su actitud, descuidando además las labores o tareas maritales. El anacoreta solo tiene un único desempeño: el arrojar todos los días un tubito con un mensaje al wáter y tirar a continuación de la cadena. Es decir, ser el inventor más ácrata, vital, esperanzado e inapreciable del actual Blog.
Por otra parte, también contaros que hace unos años yo hice un poco el “hikiko”. Me enamoré (o encoñé) de una chica y me metí en mi celda particular, en mi habitación de alquilado toda una semana santa. Como no tenía ni papás ni mamás, no comí. Tampoco tenía hambre. Al cabo de una semana, creo, llegó un amigo y me sacó de allí. Salí a abrir la puerta de la calle porque estaban llamando. -¿Qué te pasa, tío? ¿Por qué no contestas al teléfono? Joder, como huele a encerrado aquí… Venga, pégate una ducha. Nos fuimos a Lavapiés a pillarnos una buena borrachera. Así terminó mi “hikiko” del amor. Un triunfo más de la amistad sobre el amor… aunque prefiero aquella imagen del cine japonés actual en el que dos amantes se atan con un enorme y largo faldón rojo y caminan por la nieve más blanca del mundo, y recién caída, en inhóspitas montañas. Soy un sentimental.
En fin, que a lo que voy, que es muy curioso el hecho de que seamos tan simples de poner un título tan aparentemente superllamativo “me cago en mis viejos” para un periódico que apenas se lee, como cualquier otro, y a pesar de la desaparición de la plaga estupidizante de los gratuitos, durante este mes de agosto. Yo hubiera sugerido otro mucho más llamativo, con más enjundia, más sugerente si cabe: “Me cago en los Juegos Olímpicos”, y aquí ser realmente inexpugnable (psicológicamente, como un Unabomber o un hiki komori que sus padres alimentan con paciencia) y realmente más interesante: sacar los trapos sucios de las componendas estatales que han organizado los JJ.OO., como por ejemplo en México ´68 en donde, poco antes de su celebración, se asesinó impunemente a cientos de estudiantes contrarios al régimen y molestos para el buen discurrir de la “fiesta olímpica”. Hace unos pocos años, ocho a lo sumo, lo publicó El Mundo denunciándolo “a nivel periodístico”. Un horror, ¿verdad?
Así sí que mola y pone ser a rajatabla, a marchamartillo, hundir para siempre tu carrera periodística y literaria como un hiki komori intelectual, como un unabomber (que fuera hijo único) y su gran, potencialmente hablando, carrera como matemático. Es decir ir a cuchillo con todos. Eso sí que es absolutamente moderno y ejemplar.

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