sábado, febrero 26, 2011

Lo importante es
Yo creí que era un hombre y era un 600 blanco.
Salí a las siete y media de la mañana un 27 de diciembre con 39 años
y  me encontré bajo el techado blanco de columnas redondeadas
sobre baldosas de granito
y con las ruedas pinchadas me miré dentro.
No vi a nadie…
solo los asientos de eskái rojo pespunteados de tiempo cuando niño
(aún percibo el tacto en mi nuca, las manos muy pequeñas)
bolsas abandonadas, viejas y de diversas formas en el maletero,
la pintura descascarillada, amarillenta de los fondos, junto a las ruedas delanteras.
Mi coche abandonado aunque bien temblaba su dejada blancura con la luz anaranjada del amanecer y el rocío.
Me hice una foto a mí mismo y seguí mi camino de ruedas desinfladas,
manija de aluminio,
y el triángulo de cristal
que al girarlo hacia mí -mientras conduzco la vida-
consigo que entre aire suficiente para seguir viajando…
es la única manera de respirar que sé y conozco.
Creí que era un 600 blanco. Soy un hombre.

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