también en http://www.larepublica.es/spip.php?article8405
(Gracias, Raúl, por la información).
Os animo a que la visitéis y apoyéis la causa de estas luchadoras.
Y es que vivir tan cerca del Centro-Consumo no es fácil en estos tiempos que esprintan.
De todas maneras, a todos los que practican y viven gracias a amenazar a unas mujeres y hombres denominado el mobbing inmobiliario mi "amable", castizo y feliperubista: "¡¡¡¡HIJOSDEPUTA!!!!".
Artículo de El País 19-02-2008
Al entrar en la corrala de la madrileña calle del Ventorrillo es conveniente mirar al suelo. Los escombros y los cables dificultan el paso antes de llegar a la escalera de este edificio construido en 1907. Sin embargo, la que a primera vista parece una rutinaria obra de rehabilitación acompaña en realidad, desde hace 11 meses, el drama cotidiano de sus vecinos: 10 ancianas de entre 62 y 85 años que se resisten a abandonar las casas en las que nacieron o pasaron gran parte de su vida, pese a las presiones de la empresa que ha comprado la finca.
... Pero volvamos ahora a Madrid, donde el caso de las llamadas "abuelas de Ventorrillo" no ha tardado en llegar a los tribunales. Lo cuenta Luisa Martín, de 82 años, en su pisito de menos de 20 metros cuadrados repartidos entre una diminuta cocina y una habitación con un váter de motor instalado junto a la cama. "Ahora tengo miedo", repite una y otra vez mientras repasa su vida. Luisa llegó a la corrala en plena Guerra Civil. Allí ha vivido con sus padres, sus tíos, sus sobrinos e hijos, y, desde hace décadas es titular de un contrato de alquiler de renta antigua por el que paga cada mes 75 euros. Sin embargo, en 2005 su destino cambió. Al fallecer al antiguo propietario del inmueble, la finca fue adquirida primero por una inmobiliaria, y después por el grupo Sistema 23.
Hace un año, Luisa y sus vecinas Adelaida Salas, Juanita Fernández, Ernestina Salcedo, María Jesús Tebar, que convive con un marido enfermo e imposibilitado a levantarse de la cama, recibieron una carta de los nuevos propietarios, que les requerían dejar el piso "vacío, expedito, libre de enseres" en un plazo de algunos meses. ¿Las alternativas? "Me dijeron que podía ir a una residencia", cuenta Luisa. A otros inquilinos les ofrecieron unos 12.000 euros, aseguran. Pero añade con ojos vivaces: "de aquí no me voy". Y es que ni ella ni las otras vecinas abandonaron sus casas -así lo hicieron otros inquilinos, en su mayoría jóvenes, extranjeros o llegados hace pocos años-, por lo que Sistema 23 presentó unas denuncias por desahucio. Desde la inmobiliaria aseguran, en cambio, haber ofrecido a los inquilinos titulares de contratos de renta antigua suspender temporalmente el arrendamiento y trasladarse a otras viviendas ofrecidas por la empresa durante las obras de rehabilitación. Pero según el abogado de Luisa Martín, José Antonio Fernández, a su asistida no se le dio esa oportunidad. "La cuestión es encontrar una solución intermedia. Entiendo que las empresas tengan que hacer negocios, aunque también considero importante tener en cuenta el factor humano", explica Fernández.
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