Soy la acera de tu calle
Creo que escribo como si fuera la acera de la calle.
Es decir, cada día que llueve escribo un texto y lo llamo "diario", "poema", "relato", o "artículo" o "cualquier cosa que pudiera ser colgada sobre un hilo o un cordel".
Después llegan los destellos: cómo reverbera el agua sobre mis ojos tras haberlo escrito, cómo influye en los demás si ese trocito de acera es visto por alguien que no sea yo.
Creo que escribo como si fuera una acera recién llovida.
Lo que me llueve son las palabras y yo solo tengo que dejarlas caer, que me hagan un poco de daño, si es granizo, o me picoteen si vienen acompañadas de un ligera brisa. Las palabras, entonces, se depositan mansamente sobre ella, rizándose sobre lo que pudiera ser mi piel.
O el aguanieve como agujas diminutas, microscópicas que me alimentan de breves silencios para oír nuevas palabras que se esconden en cada pequeño dolor.
También me siento muy vulnerable porque no todas las lluvias son la misma lluvia, ni la luz es siempre la misma luz, aunque a veces se perciba como la misma. Por eso cada texto, cada escrito es siempre diferente, como la manera que tiene la lluvia de precipitarse porque nunca es de la misma manera, a pesar de que haya muchas maneras diferentes para designar cómo cae el agua del cielo de forma natural.
Y la acera, porque es mi entorno natural, reverbera, cambia de aspecto, acoge otros sonidos, se convierte en un piélago de colores por el aceite o la gasolina de los automóviles, tiembla en cada una de las pequeñas picadas en el asfalto, o entre los adoquines...
Los perros me cagan y tú me escupes. Los niños me mean y los borrachos y los viejos... También me nutre todo ello. Todo ello también me sirve para escribir. Los suicidas que caen de las cornisas me nutren con su sangre después de haberse reventado la cabeza contra el asfalto. O los peatones aplastados, o los que son apaleados por las noches también me alimentan con su miedo y sus coágulos.
Todo me proporciona una palabra, todo aquello que sea líquido o casi rocío que impregne la acera porque qué bonita imagen, símil, personificación: Soy la acera que te soporta y te ve las bragas porque aunque sea una chica me gustan las rajitas.
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