jueves, agosto 19, 2010

Escribir y mirar en los bares

Perdona, ¿te puedo hacer una pregunta? Sí, claro. Sonrío curioso ante la pregunta. ¿Qué escribes? ¿Que qué escribo?... pues escribo, vamos, mis cosas, no sé cómo explicártelo... No, pero... ¿qué escribes? Pero... ¿te refieres a algo en concreto? Se hace un breve silencio y al final la camarera se marcha sin que antes me diga "no, nada, nada, perdona" volviendo al otro lado de la barra, junto a su compañero.
Pienso en la posible impertinencia de escribir en los bares por la sencilla razón de que el otro piensa que eres de la Sgae y estás apuntando cada uno de los temas que estan sonando, o un tipo muy curioso que se dedica a apuntar la conversación de los vecinos de barra o de los parroquianos, o un flipao que no tiene otra cosa mejor que hacer. Pues la lista de la compra para mañana, Sí, a las 2 de la mañana, ya te vale, Si, soy un capullo integral, un puto friki, joder, qué pasa, me gusta escribir en los putos bares como este lo que se me pasa por la cabeza y lo que me sale de las pelotas, joder, ¿algún puto problema más? Sí, que eres un maleducado, aquí no se viene a escribir o a leer, esto no es una biblioteca, aquí se viene a beber y a escuchar música y charlar con la gente, gafapasta, Sí, y a bailar... con la música ratonera que ponéis, No será eso, ¿estás apuntando la música...? Que no joder...
Voy al garito siguiente. Un sitio enorme. Salgo de una cueva de apenas veinte metros cuadrados y me meto en un bar de madera imitación a garito irlandés, ancho, alto, vasto y con enormes espejos a los lados. Con una barra de madera maciza que ocupa los cuarenta metros de largo, hasta el final. "Una y a casa", me digo. Pero no, al buscar una silla para sentarme junto a la barra me encuentro con la única persona con la que puedo entablar conversación en esta ciudad. Trabaja en un café en el centro donde suelo más que de vez en cuando y me reconoce. Así que nos ponemos a hablar. Nos fijamos en la camarera los dos. Es morena, con la tez oscura, las cejas como dos guadañas y con una cara de mala hostia impresionante. De un caracter..., no sé, me viene a la cabeza la palabra "raza"; es decir, de linaje. Es perfecta. por lo que no puedo dejar de mirarla, así, sin que se note aunque se nota, como de reojo. Se sienta justo enfrente de nosotros, al otro lado de la barra, junto a la máquina registradora. Detrás, las botellas de bourbon. Es su lugar. Comentamos la belleza inusual de la chica. Me gustaría decirla que podría trabajar en Nueva York y no desentonaría nada. Es más, desentonaría totalmente. Al cabo de una hora de charla, el colega se despide y ahí que me quedo. El atractivo puede con mi discreción hasta que harta ya de mirada se planta delante de mí, me clava sus ojos en los míos y me espeta, sin cortarse ni un pelo, ¿Pero qué estás mirando? Llevas todo el rato mirándome, ¡Deja ya de mirarme, joder! Me quedo de piedra. No sé qué decirla y no le digo nada. Me callo no vaya a confirmar encima mi estupidez. Así que me tomo la cerveza y me voy. Menuda noche, especial con anecdotillas, como me gustan a mí. No sé si volveré. 

6 comentarios:

Ángel Muñoz dijo...

joder alf, pero ya tienes para el relatillo que te has marcado y encima material de sobra para algo más.

alf ölson dijo...

Es lo que tiene salir in the night...

Anónimo dijo...

Es cierto que sales en extraterreste de vigalondo?
así se hizo el erizo.

alfonso dijo...

Sí, a mi me gustaría ser una portera, pero francesa, eso sí, da más clase y siempre se puede hablar de Cèline o de Klaus Kinski con elegancia...

Anónimo dijo...

No sé, no sé, el prestigio de las porteras francesas quedó maltrecho en Rayuela y eso por no hablar de ciertas cartas del mismo autor en las que para describir a su portera hace un elogio de la inteligencia de las gallinas y no precisamente de aquellas de las que se habla en "Dos historias zoológicas y otra casi" de "La vuelta al día en ochenta mundos" Tomo I.
¿ De qué me suena a mí Klaus? ¿ Ese no es el padre de la chica que yo pedía , año tras año , a los Reyes Magos?

alf ölson dijo...

Es que hay mucha gallina y gallito desplumao metido al inquietante mundo de la portería, que por otra parte está desapareciendo, si casi no lo ha hecho ya.
Algún día hablaré de mis porteros. Es un buen tema.
Y mira que he leído, hace mucho también es verdad, La vuelta al día, que, por cierto, volvió a editar sXXI hace unos pocos años, (editorial desgraciadamente ahora "asimilada" por Akal ediciones). No veas si removimos para encontrar estos libritos en nuestra joven juventud... pero eso sí y en esto soy irreductible: Último round, de Cortázar es la caña, maravilloso, libre, de rapidísimo ingenio, brillante, hipercrítico (permítame el palabro)... qué grande Cortázar, y cuántos recuerdos.
Y Klaus es Klaus, y eso del "padre de la chica que yo pedía...", etc. no lo entiendo.