Sajar la oreja
(S. de Compostela, II)
Un hombre mayor en mitad de la calle sentado sobre un banco de piedra vestido con un tres cuartos raído. En silencio, solo. Pensativo, ausente de lo que le rodea (o, por lo menos, eso me parece). Pero existe un odio que persiste a su alrededor, que no se sabe de dónde proviene. Tal vez del ambiente (frío/gris), o de las personas que pasan junto a él que al instante desaparecen calle arriba/calle abajo, o de mí, sí de mí, (sin que pueda percibirlo aún, adivinar la presencia de este odio o repulsa o rechazo) pero él es bello, ¿por qué entonces...?
(S. de Compostela, III)
Es lo desdibujado.
"Uno que pone "En Ruta"...", "No..., por lo que entramos, joder, (...) pues ahí estoy yo."
"Estoy en la puta calle. ¡Sí, Ruta!... No sé."
"Tú estás en la salida, yo estoy en la entrada, ¡joder! ¡Eh, guindi!..., ¡guindi!, ¡guindi joder! Media hora dando vueltas y yo para el otro lado."
FOLGA XERAL
(es difícil que se abrace los tobillos sentado junto a la puerta trasera del garito y en el único portal que está junto a la entrada, pero es así.)
Quiero olerla, solo quiero acercar mi nariz aceituna y viejos viajes
a su cuello y oler su piel
también de casi tanta edad.
¿Sabéis? Aquí, ahora. Ella se ha marchado. Una mujer, una chica. Preguntándome, ¿Qué escribo? ¿Quién? "¿Esa zeta? Debes tener una vida muy interesante." Y al final no puedo reprimir unas lágrimas. ¿Sabéis? Ella también ha escrito en este cuaderno. Y nos hemos abrazado un par de veces. "Verlaine. César Vallejo. Mallarmé." "¿También Mallarmé?" Se ríe. Nos reímos. Se marcha, doblando su cuerpo hacia adelante.
Aquí en Galicia la gente te ofrece(n) abrazo mientras escribes que solo puedes tomar.
Y salir hablando mirándote mientras todo sigue surgiendo de aquí a poco.
(...)
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