La araña
Levantarse de la cama.
No hacer ruido.
Evitar que la idea del poema se disipe.
Una diminuta araña
asciende
por el libro que estoy leyendo.
Lo escala limpiamente.
Me pregunto si esta araña piensa en su familia.
(No sé, sí... qué tontería.)
Levantarse de la cama
evitando cualquier ruido,
tomar con suaves movimientos
la libreta donde escribo todo esto.
La araña ya se ha ido.
No, no era una araña,
era una pelotilla de la manta
que me cubre cuando duermo
que sueño que soy una araña
que sube por un libro
que no sabe que sueña,
ni si existe o que está.
El absurdo capricho al definir
lo que es nuestra existencia.
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