miércoles, diciembre 15, 2010

El mosquito

-El tipo aquel que impartía el curso (joder, creo que era el que impartía el curso aunque no le vi el día de la presentación) colocó la silla al revés, con el respaldo hacia nosotros, se sentó en ella y empezó a hablarnos.
-¿...Y?
-Empezó a hablarnos mientras nos miraba fijamente a cada uno de nosotros, quiero decir que su cabeza se movía de un lado a otro y se detenía en cada uno de nosotros, en cada par de ojos...
-Ya, ya... que os miraba, bien, continúa.
-... y nos empezó a preguntar, a preguntar, pero de forma retórica que qué hacíamos allí, ¿sabes?, que cuáles eran nuestras intenciones, y eso, vamos, que parecía irónico.
-Sí, irónico, ¿y no os proponía una contestación? 
-Se sonreía. Sonreía, nada más. Poco a poco fue deteniéndose en las palabras. Nadie le contestó. Esperábamos un cambio de discurso, quiero decir, de actitud pero se quedó callado. Mirando al suelo.
-¿Al suelo? ¿Se quedó mirando al suelo?
-Sí, y entonces empezó con todo aquello de que debíamos dejarlo, dejarlo...
-¿Dejar el qué? ¿El curso?
-No. Dejar de escribir, dejar de escribir poesía, que la poesía... vamos, que era inútil.
-Es decir que en el curso, en el primer día de taller os anima a dejar de escribir poesía que es para lo que estabais allí...
-Sí, así es.
-Pero... ¡es absurdo!, ¿no te parece absurdo?
-No.
-¿Cómo que no?, ¡joder!, ¿cómo que no?
-Era sincero, sincero. Se veía que... ya no nos sonreía. Nos miraba a la cara... seriamente.
-Pero hombre....
-Nos dijo que era inútil porque nadie, nadie... a nadie le interesa, solo a uno mismo, uno mismo si cree..., es suficiente, ha de ser necesario para uno mismo como si fuera un espejo, una manera de estar en el mundo, nada más que eso, nada más.
-¡Ah!, ¿como una necesidad? Ya, ya.
-No, no es eso. Es como amanecer todos los días, nos dijo. Amanece y punto. Se escribe poesía y punto. Ni gloria ni hostias. Nos dijo eso.
-¡Ja!
-El que escribe se percata de que desaparecerá y ya está. Se acabó...
-Se deja de amanecer...
-Algo así. No sirve para nada. Uno ha de darse cuenta por completo de eso. Tiene que respirar dicha sensación. La poesía no sirve para nada porque... todo nos sobrepasa y a la vez se detiene ante nosotros con sarcasmo si llegamos a percibirlo, debemos pensar con el peso del universo sobre nuestras conciencias.
-¡Jajaja!, menuda frase lapidaria. Qué angustia, ¿no?
-"Dejadlo, chicos. Dedicáos a otra cosa. Intentad ser felices con un curro normal, buscad una buena persona que os quiera, tened hijos, no os hagáis demasiadas preguntas..." -eso nos dijo antes de levantarse de la silla.
-¿Y ahí acabó la clase?
-"Y si seguís, evitad que se os note".
-Ya, como un estigma, ¿no?
-...
-Menudo gilipollas.

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