Mariano José de Larra, La Nochebuena de 1836. Yo y mi criado. Delirio filosófico
Ayer por la mañana, me llamó J. para ir a la estatua de Larra. Como cada año, desde hace unos cuantos, nos acercamos a la calle Bailén y le saludamos. Esta vez, unas fotos con su bebé, V. Mejor dicho, unas fotos con el bebé dentro del carrito porque hasta ese momento estaba durmiendo plácidamente. Luego nos hemos ido a tomar unas cañas. Hacía un sol "expléndido", un sol con x, un xol. (Y ahora escucho en Radio clásica algo así como el comienzo del himno de la cnt, en fin, entreverado en una pieza muy extensa, o por lo menos a mí me lo parece de Evaristo Fernández Blanco, la 4ª Obertura, de 1940, si mal no he entendido, véase 2´07´´ del vídeo)
El número 24 me es fatal: si tuviera que probarlo diría que en día 24 nací. Doce veces al año amanece, sin embargo, día 24; soy supersticioso, porque el corazón del hombre necesita creer algo, y cree mentiras cuando no encuentra verdades que creer; sin duda por esa razón creen los amantes, los casados y los pueblos a sus ídolos, a sus consortes y a sus gobiernos, y una de mis supersticiones consiste en creer que no puede haber para mí un día 24 bueno.
Mariano José de Larra, La nochebuena de 1836. Yo y mi criado. Delirio filosófico
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