Jünger relata sus memorias en su obra Radiaciones (Tusquets editores) compuesta por tres volúmenes. El primer volumen describe los años 1939 a 1943 y en él describe el inicio de la contienda mundial, cómo se integra en una guerra donde la máquina gobierna, una máquina deshumanizada y horrenda que avanza exterminando, donde ya no existe la caballería ni por tanto el honor y el nihilismo es una palabra que se hace carne y pensamiento en acción. Surge el horror de los frentes de guerra donde los tanques vuelven a aplastar los cuerpos hechos papilla de caballos y hombres, batiéndolos de nuevo con el engrudo del barro y el cieno, o se relata el encuentro en París con Jean Cocteau y otros intelectuales que ajenos al horror de los campos de exterminio -y a las persecuciones de la SS- se reunían y compartían charla. Más adelante, en 1942, relata su encuentro en el frente ruso, las ejecuciones o el exterminio de la totalidad de los enfermos en un hospital psiquiátrico. O los rumores, al final de 1942, sobre campos de concentración donde se está procediendo al exterminio masivo de judíos.
Ernst Jünger consigue, a pesar de lo que trata lo narrado, una prosa de gran sencillez y claridad, con la pasión de la mesura y la tranquilidad a la que se fuerza para dejar una vivísima crítica que es más precisa y contundente cuanto más reposada y sinceramente se describe. Jünger sabe dirigirse a un lector universal y atemporal, describe con tanta cercanía que es difícil separarse del libro donde nos hace partícipes de su pasión por la entomología y la botánica, la maravilla de la Naturaleza, describiendo con extraordinaria sensibilidad los colores, las formas, el olor de lo casi inapreciable por lo delicado y pequeño en oposición al horror tan inmediato a él en esos momentos... Sí, extraña pero fecunda confrontación que nos muestra lo fieramente humano que se resiste a hundirse en la masacre porque, de alguna manera, es esto de lo que nos salva de convertirnos en bestias sedientas de sangre hasta el aniquilación...
Aquí llega el primer recorte en el que habla de Brueghel y del Bosco, pintor al que admiraba, y sob re el arte de plantar tomates y la figura del maestro en la escuela de la vida.

1 comentario:
sobre el hijo pródigo se puede decir mucho más menos cosas. Apresurada la prosa de Junger. Tengo un artículo por ahí "la restauración gótica de 1940"... con sus tres gárgolas: benito, adolfito y paquito. A cascoporro se trataba de instaurar la noción de jerarquía tabulada en la expresión de mando, ar, (argentina). Se llega a la complejidad por superposición de planos. Fantomas. El intelectual megalómano, Malraux. Teatro radiofónico, vuelo trasoceánico en cuatro caminos. de superhéroe a archivillano. Lo tengo por ahí, me da pereza trascribirlo a digital. Las instituciones terroríficas. Aguadillas, etc. jls mrl
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