lunes, junio 27, 2011

Camilo XXI

Esta mañana, Camilo ha descubierto a su doble en el Metrodemadridinforma.
Iba al trabajo, lunes, con sus auriculares, y a su rollo según se mire, porque para mirar de manera impertinente está él.
Camilo se coloca en el centro del vagón, junto al barrote amarillo o centro que recibirá la próxima riada de individuos-colores, personas-ojos, de gentes-manos, de olores-pelos. Y allí se extaca, se monifica para evitar empujones, para evitarlo todo.
Pero antes de entrar en el vagón ve cómo una muchacha está sentada en el suelo, junto a un asiento. Su cabeza se cubre con una gorra de tela que a su vez se cubre con un largo pañuelo, con un largo pañuelo de seda. Un largo y oscuro pañuelo, unas largas y delgadas piernas cruzadas con una pulsera de colores, diminuta, en uno de sus tobillos, los pies desnudos, ¿habrá perdido las sandalias? Para esos pies desnudos solo pueden existir sandalias.
Justo al llegar a la próxima estación extiende una de sus delgadas y bonitas piernas borrachas o muy cansadas o moribundas o salidas de una fiesta brutal y al instante se abren las puertas y Camilo comprueba cómo la gente va entrando, la mira, entra y la evita.
Vuelve a girar la cabeza Camilo y percibe como en el otro extremo se encuentra con un tipo igual a él. El mismo corte de pelo, las mismas gafas, y parece que está leyendo. No, no está leyendo. Duerme o dormita con las manos cruzadas sobre la entrepierna. Tiene una barriga prominente. Más abultada que la de Camilo. Lleva un buen peluco pero luego se fija en sus zapatos y descubre que son de goma, de pocero.
Camilo piensa cómo le habrá ido en su vida a su doble. Así, por lo que viste, por lo que gasta, por lo que lleva...
Llega su estación. Se despide de la chica descalza y de su doble con una mirada a ambos. Tal vez sean pareja, o no. Tal vez vivan juntos. ¿Tampoco lo crees, Camilo? Tal vez se hayan corrido esta noche la mejor juerga de sus vidas o se hayan enamorado o salgan de una fiesta como la de aquella película... la del Guateque y ahora se no-acompañen. Ella durmiendo en el suelo medio desmayada, extendiendo una pierna larga, desnuda, frágil y bonita, cuando le peta; él, como su doble, más comedido, mas tímido, sentado, esperando que llegue su parada que seguro que no es la suya, la de Camilo, que solo es la tuya Camilo, la tuya. Punto. Final.  

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