lunes, diciembre 19, 2011

Camilo lo cuenta por sí mismo... ¡pues claro que pretende ser gracioso!

Bueno, el viernes por la mañana, el viernes por la mañana, cosa de hace unos días, sí, antes del fin de semana, se entiende, me despierto y ya había amanecido, lo que es normal, habitual, vamos, pero es que suele amanecer después de que me haya sonado el despertador aproximadamente, sí, tres cuartos de hora después, es decir, ¿no tengo que explicarlo... verdad?, vamos que llegaba una hora tarde al curro, pero en estas que me meto en la ducha, porque yo me ducho todos los días, aunque los médicos y los que ahorran agua hasta para beber lo desaconsejan, ¡vamos!, ¡cómo si no lo sabré yo!, pues bien, me estoy duchando cuando el tipo de radio 3 va y dice que "bon día, son las siete de la mañana..." ¡y es que me había despertado en Lisboa!, bueno, realmente hacían el programa en Lisboa y dije yo, sí para mí, como una voz en off: "¡qué bien, he despertado en Lisboa!" y al salir de la ducha ya estaba en Madrid, casi como la canción de Krahe, al del AVE, me refiero, sí, y al llegar al trabajo me preguntan y yo contesto que me había despertado en Lisboa y que incluso me había duchado en Lisboa (algo que no me gusta, porque la última vez que me duché en Lisboa me abrí la cabeza, me pusieron tres puntos -en la cabeza, joder, en la cabeza- y aún debo la cuenta del hospital) y que al salir... "vale, vale, no me cuentes tu vida", me contesta otra voz, pero esta en "on". Así que teníamos comida en el curro y dos o tres días antes había estado con lo del Mr. Scrooge que es mi personaje favorito de la Navidad, ya saben, y haciendo gracias y quiero una figurita de Mr. Scrooge, y me voy a comprar una figurita de scrooge en una tienda de cómic, y tal, así que llega la palabra y el discurso del Superdios de la empresa y suelta la vaina de que se acuerda del cuento de Carlos Dickens... y ¡fuaf!, vaya, le digo a mi compi, tenemos micrófonos en la oficina y luego, en la comida, hablamos de Corea del Norte y este domingo se muere el mandamás de allí, y esta mañana, en Madrid, a las ocho, me dice el compi que si soy adivino, pero... ¿qué me estás contando? que sí, hombre que se ha muerto del que hablábamos el otro día, y es que sí, que debo ser adivino, porque el regalo que le hiceron a la Superdios fue un coro rociero y mientras estaban terminando le suben y le cantan el último tema y ahora estaría bien que fuera ateo, digo yo, y ¡tate! que lo es, que saben que sí, pero pienso que la gente está de coña... y al salir de la comida, nos despedimos tres en la puerta, cada uno va por su lado, uno para el metro, el otro para arriba y yo al autobús, y pienso "estaría bien que ahora, después de habernos despedido nos volviéramos a encontrar" y vale, que no, ¿verdad?... pues sí. Me encuentro en el bus y somos vecinos y estoy hasta las narices de estas casualidades, que van cuatro, cinco, seis, ¿estoy expandiendo mi mente hasta límites insospechados? ¿hay un show de Truman-Camilo en algun parte? ¿Pero habéis llegado hasta aquí? 

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