(Un muy interesante, artículo a mi parecer, sobre la cuestíón y el libro La estrategia del shock, de Naomi Klein, escrito por soypublica. Habla de las estrategias conductuales y el control de las masas por parte de lo poder, de la "indefensión aprendida" o el no hacer nada, la pasividad, el castigador indefenso, el afán de culpabilización de la sociedad, etc. (Podéis seguir los enlaces porque están subrayados.)
¿Cómo inmunizarnos contra la estrategia del shock?
by soypublica
Hace poco, comentábamos las técnicas de manipulación
que usan los gobiernos y mass media para privatizar la educación pública y todos
los bienes comunes.
En estos primeros meses de legislatura, la
mayor parte de esta manipulación está encaminada a postrarnos en un estado de shock,
para que, temerosos y paralizados, no reaccionemos ante las brutales pérdidas
de derechos que se nos imponen. Las medidas, anuncios y declaraciones de los
gobiernos autonómicos y el central nos son administrados, día tras día,
gradualmente, como un veneno que nos somete a una ansiedad constante. Y sin
posibilidad de tregua, ya que los medios de comunicación –a los que ya casi
habría que llamar de propaganda− vocean incansablemente, como un eco
descorazonador, esas malas noticias que nos vienen desde arriba (desde los
consejos de ministros o las agencias de calificación).
Naomi Klein ha explicado en su libro La doctrina del
shock cómo el neoliberalismo, incapaz de convencer a los pueblos
mediante argumentos (pues las medidas neoliberales están esencialmente en
contra de los pueblos), sólo ha logrado imponerse gracias a golpes de estado,
declaraciones de guerra o situaciones donde catástrofes naturales u otros
fenómenos traumáticos tenían a las poblaciones atenazadas por la ansiedad y el
miedo.
¿Y qué sino el miedo es lo que nos están
tratando de inocular en este país? Miedo a perder el empleo, a no poder encontrarlo
nunca o a que el que nos ofrezcan sea lisa y llanamente explotación; miedo a
perder el derecho a la asistencia sanitaria y a no poder proporcionar una
educación adecuada a los hijos; miedo a acabar durmiendo en la calle víctima de
un desahucio; miedo, en fin, a ser detenido injustamente por protestar de forma
pacífica en una manifestación.
En este artículo veremos cómo la estrategia del
shock surte efecto en nosotros mediante la llamada indefensión aprendida. Pero
también cómo podemos escapar de este estado de postración si aprendemos a
atribuir correctamente las causas de nuestro malestar.
La “indefensión aprendida”, arma de destrucción masiva
Que los de arriba nos tratan como a perros es
cierto, o al menos como a los perros del experimento de Seligman.
A finales de los 60, el psicólogo Martin Seligman realizó el siguiente
experimento. Dentro de una caja de laboratorio, un perro era expuesto a shocks
eléctricos que no podía evitar. En cambio, en otra caja, otro perro sí que
podía interrumpir esos shocks pulsando una palanca. Más tarde, los perros eran
situados sobre una superficie electrificada de la que podían escapar
simplemente saltando una barrera. El perro que había podido controlar los
shocks la saltaba, mientras que el otro perro, en lugar de buscar la salida
exitosa a la situación adversa, permanecía aguantando las descargas de manera
pasiva. Había, pues, “aprendido” su indefensión. ¿Para qué gastar energías
sabiendo (en realidad, creyendo) que de esos estímulos adversos no se puede
escapar?
La indefensión aprendida es la antesala de la
depresión. No hacer nada porque se piensa que ya todo es inútil.
En este vídeo podemos ver cómo una profesora
provoca indefensión aprendida en un grupo de alumnos con una sencilla
actividad: http://youtu.be/OtB6RTJVqPM
De lo cual podemos inferir que, mediante el
poder actual de los medios de propaganda, es factible inducir este estado depresivo
en buena parte de la población, para mantenerla en la pasividad. Por ejemplo,
gracias a este vídeo podemos comprender por qué las víctimas de la Alemania nazi acabaron
aceptando su suerte sin presentar apenas resistencia, al igual que muchas mujeres
maltratadas terminan resignándose a su situación: http://youtu.be/Em4V6W74b1M
Terrible, ¿verdad? Pero más terrible aún es el
darnos cuenta de que esta inoculación de indefensión aprendida es lo que están
haciendo ahora mismo con nosotros. Nos tratan de convencer de que aceptemos
resignadamente pérdidas de derechos y privatizaciones de bienes públicos sin
resistir ni protestar. La consigna: que hagamos lo que hagamos no va a servir
para nada.
Como al perro víctima del experimento de
Seligman, se nos somete a unos shocks (nombrados por los eufemismos “ajustes” o
“recortes”) que, al parecer, no podremos evitar por mucho que hagamos huelgas,
acciones de concienciacion o nos manifestemos. Y además, se ha comenzado a
castigar a muchos de los que protestan mediante detenciones poco justificadas y
prisiones preventivas de dudosa compatibilidad con derechos humanos
fundamentales.
En Grecia, donde llevan más tiempo sufriendo
este salvaje saqueo de lo común, la depresión se extiende como una epidemia
entre las clases populares, y el número de suicidios se dispara. En su artículo ¿Y si no hiciésemos nada?
el filósofo Amador Fernández-Savater se hace eco de esta desesperación que
cunde entre los griegos:
Más de diez huelgas generales en Grecia, pero
¿se ha conseguido algo? Alexandra-Odette Kypriotaki ha participado en las
movilizaciones desde 2008, pero se marchó a Londres con esa pregunta en la
cabeza. “En mi país ya no se encuentra trabajo ni de camarera”, me contó. La
conocí en un encuentro organizado por el pensador-activista Franco Berardi (Bifo) en
Barcelona. Su intervención en aquel encuentro me pareció muy sugestiva y
desafiante.
A partir de un balance autocrítico de las
lógicas de enfrentamiento y movilización, que no han frenado ni un ápice la
devastación social, pero han expuesto demasiados cuerpos a la represión y la
destrucción, Alexandra propone recomenzar por otro lado: ni luchar ni
confrontar, sino desertar; ni reivindicar ni pedir, desplegar aquí y ahora el
mundo en el que queremos vivir; ni actuar ni movilizarnos, sino entregarnos a
cierto abandono. Hacer fuerza de nuestra debilidad.
El capitalismo nos exige una disposición
permanente al deseo, al contacto, a la producción. Un tiempo permanentemente
ocupado, bajo presión, en pos de resultados. Hoy es obligatorio estar
contentos, ser optimistas y positivos. Debemos proyectar constantemente la
imagen de que sabemos, de que va todo bien, de que tenemos las cosas bajo
control, de que somos fuertes. Pero, ¿no nos exige demasiadas veces lo mismo el
activismo político? Lucha, resultados, la respuesta en la boca, la moral
siempre alta, fuera los tímidos, los dubitativos y los melancólicos…
¿No podríamos formar un ejército de débiles, de
torpes, de ignorantes? La consigna sería: “sí, estamos deprimidos, qué pasa”?
El programa: “no sé”. La huelga, no hacer nada de nada, ni siquiera
movilizarnos. Do
nothing day… un miércoles, luego el jueves y así.
La figura del castigador indefenso
Descargas eléctricas arbitrarias, suministradas
a intervalos irregulares e inaccesibles a nuestro control. Shocks/saqueos que
llaman “recortes” o “controles del déficit”. Maltrato psicológico hasta límites
que hace pocos meses nos hubieran parecido increíbles, de ciencia-ficción: «El FMI pide bajar pensiones
por "el riesgo de que la gente viva más de lo esperado".»
Las agencias de calificación, los organismos
internacionales (FMI, BM, OCDE, OMC) que están al servicio de las élites
financieras, la
Comisión Europea y el BCE nos someten a unas exigencias y
ajustes, graduales e inexorables, ante los que nos aseguran que nada podremos
hacer. Casos como el de Islandia, sin
embargo, son silenciados en los medios de masas.
¿Cuál es el papel de nuestros gobernantes ante
esta situación? Sencillamente, el de ejecutores eficientes del saqueo que se
ordena “desde arriba”: “hay que hacer lo que hay que hacer”, “nos lo está
pidiendo la Unión
Europea”, “hay que dar confianza a los mercados”, etc.
No es necesario atribuir maldad ni sadismo a
los políticos que realizan estos encargos, aunque a veces estemos tentados a
ello debido a algunas de sus declaraciones. En su
libro Eichmann
en Jerusalén, Hannah Arendt expuso su concepto de banalidad del mal: un funcionario nazi
mediocre como Adolf Eichmann fue capaz de poner en práctica asesinatos en masa,
no por crueldad, sino simplemente porque actuaba dentro de las reglas del
sistema al que pertenecía sin reflexionar sobre sus actos. Lo que hizo Eichmann
fue cumplir eficientemente con las órdenes que provenían de estamentos
superiores, que es lo que hacen nuestros políticos en el gobierno respecto a
los mandatos de quienes representan los intereses del capital financiero. Y sin
poderse cuestionar las reglas a las que obedecen, ya que están cegados por los
postulados de una ideología dominante, el neoliberalismo, que además legitima
el hecho de que estos mismos gobernantes –o sus familiares o sus amigos– se
enriquezcan, de una manera que nosotros consideraríamos inmoral, gracias a la
pérdida de derechos sociales de los ciudadanos y a la privatización del sector
público.
En una vuelta más de tuerca, los gobernantes
pueden llegar a presentarse ante la opinión pública como víctimas ellos mismos
de indefensión aprendida. Es el “aunque me gustaría hacer otra cosa, yo no
puedo hacer nada, porque me lo ordenan desde arriba, y las consecuencias, si
actúo de otra manera, podrían ser peores”. El mismo mandatario se convierte en
modelo público de indefensión aprendida, y ya sabemos que nada enseña tanto
como el ejemplo. Fue el caso de José Luis Rodríguez Zapatero cuando la llamada de Barack Obama.
Ya vemos que se trata de un recurso nada nuevo. Pero ahora, con nuestro actual
presidente, Mariano Rajoy, este fenómeno se ha exacerbado tanto, que él mismo
se ha convertido en ejemplo viviente de indefensión y debilidad, con sus
“chuletas” en los discursos, sus ausencias, sus gestos y acciones. Aquí lo
vemos, en el Senado, huyendo de los periodistas que le querían preguntar sobre
el último recorte presupuestario para Educación y Sanidad: http://youtu.be/QSTNRewM_WI
En definitiva, lo que estos gobernantes nos
transmiten, al escenificar su indefensión, es que nuestro país ya no es
soberano, sino que está bajo las órdenes de los que en realidad mandan: los
famosos “mercados”. Pero ¿por qué no son sinceros y coherentes, dimiten y dejan
que España se convierta en un “protectorado” del capital financiero, como lo
son ya Italia o Grecia? Tal vez su papel en la estrategia del shock aún no se
haya cumplido del todo. Todavía no estamos completamente sujetos a la
indefensión aprendida. Pero ¿podremos hacer algo para no ser vencidos del todo
por ella?
Bien vive quien bien atribuye
Para inmunizarse ante la indefensión aprendida,
Seligman aplica la teoría de la atribución
de Fritz Heider. En El optimismo es una ventaja y un placer que se adquiere estudia
tres dimensiones o características del estilo atribucional o atribución causal:
Personalización:
Consiste en atribuir causas internas o externas a los buenos o malos
sucesos. Si me siento culpable cuando algo me sale mal “porque yo
soy así”, o soy capaz de externalizar el problema y hacerme responsable de
producir cambios. Esta dimensión tiene que ver con la autoestima. Atribuir
los malos sucesos a causas externas nos hace más inmunes a la indefensión
aprendida.
Permanencia:
Qué duración, estabilidad o inestabilidad en el tiempo atribuimos
las causas de los buenos o malos sucesos. Sus extremos se expresan
en el discurso en los polos Siempre-Nunca. Pensar que las
causas de los malos sucesos son estables, permanentes, incluso definitivas, nos
hace más vulnerables a la indefensión aprendida.
Penetración: Cuántas
áreas de nuestra vida se ven afectadas por nuestra buena o mala suerte, si
estas causas nos afectan de manera global o específica. Se
expresa en el discurso en los extremos Todo-Nada.
Por otro lado, en su trabajo Indefensión aprendida en sujetos humanos y su
inmunización, José Ramón Yela Bernabé y José Luis Marcos Malmierca
hacen referencia también a la importancia de la controlabilidad que
tenemos de los sucesos.
Despersonalización: el problema está en la situación, no en nosotros
Una manera que tiene el poder de provocarnos la
indefensión aprendida es culpabilizarnos de lo que está sucediendo. Se nos dice
que “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”, cuando la realidad era
que las posibilidades, para los de abajo, más bien eran inferiores a los
estándares de una vida digna, en tanto a bajos salarios o carestía de bienes
básicos como la vivienda.
Un ejemplo de explicación sistémica de lo que
nos está pasando es la del geógrafo David Harvey. Según él, vivimos un proceso
de acumulación
por desposesión. Una vez disminuidos los salarios a partir de
los años 70, las tasas de ganancia las está obteniendo el capital a partir de
la privatización de los bienes comunes, la financiarización de la economía, la
gestión y manipulación de las crisis y la redistribución desigual de los
recursos. En este vídeo podemos ver cómo este autor explica la crisis actual: http://youtu.be/NXr920GU2l4
Autores como Vicenç
Navarro han señalado que ha sido precisamente la falta de recursos
entre las clases populares la que ha sido causante del endeudamiento, y no al
revés. Si, por ejemplo, hubiera habido políticas públicas de acceso universal a
una vivienda digna, la gente no tendría que haberse endeudado tanto, y no se
habría producido la burbuja inmobiliaria y crediticia que originó la crisis.
Por tanto, no debemos caer en la trampa de
pensar que la culpa de esta “crisis” (acumulación por desposesión) la tenemos
nosotros. Debemos ser capaces de analizar, más allá de la sobreabundancia
informativa de los mass media, en qué consiste el modelo social, económico
y cultural vigente, y en qué podemos contribuir para atenuar sus efectos
dañinos, o incluso para plantear modelos alternativos diferentes.
La crisis es crisis también del modelo económico imperante
En cuanto a la estabilidad de la causa de
nuestro problema, debemos preguntarnos: ¿esta acumulación por desposesión
va a durar siempre? ¿Es el estado definitivo de la historia? Lejos de
ello, son muchos los que apuntan a que estamos viviendo una crisis global del
capitalismo, debido a los límites ecológicos que impiden el desarrollo del
modelo de acumulación infinita. Ramón Fenández Durán, por ejemplo, ha
indicado que el previsible agotamiento de energías fósiles va a suponer un
colapso de nuestra civilización.
El documental Historia de las cosas
describe de modo muy didáctico cuáles son esos límites humanos y ecológicos del
modo de producción imperante: http://youtu.be/lrz8FH4PQPU
Así que en vez de preocuparnos por lo que nos
está pasando, ¿no deberíamos ya empezar a pensar en alternativas?
Oportunidades para la emancipación
En cuanto a la penetración del problema,
¿está toda nuestra persona afectada de manera negativa por el saqueo de lo
común?
Es cierto que esta crisis/estafa afecta a buena
parte de nuestras vidas, por el desempleo, el empeoramiento de los servicios
públicos y la pérdida de derechos ciudadanos. Pero también es verdad que hay
vida –y mucha vida– más allá de la crisis.
Ahora es cuando tenemos la oportunidad de
explorar nuevas formas de relacionarnos con nosotros mismos, con los demás y
con nuestro entorno. Cuando podemos buscar modos de vida diferentes.
Porque este modelo económico, incluso cuando
estaba en las fases de auge, producía insatisfacción. Bajo la superficie del
consumismo, convertido en estafa piramidal gracias a la abundancia del crédito
fácil, yacía latente una versión moderna del Rey Midas. Todo lo que el modelo
tocaba lo convertía en mercancía, hasta nuestras vidas y los rincones más
íntimos de nuestro cerebro.
La alienación no ha sido nunca tan grande como
hasta ahora. Mientras que en la época del fordismo, la de la producción en
masa, el trabajador estaba alienado durante su tiempo de trabajo, ahora, en
nuestros días, es del conjunto de nuestra vida de donde extrae el capital sus
tasas de ganancias.
Hoy, […] bajo el predominio de la producción
inmaterial, la teoría del valor y el análisis de la explotación no pueden ser
anclados en un sistema de unidades temporales mensurables. Así en la medida en
que la producción de valor es entendida como producción de lo común, la
explotación es expropiación
de lo común. Lo común, en pocas palabras, se ha vuelto el lugar del
plusvalor. La explotación es la expropiación privada, parcial o total, del
valor producido en común. Las relaciones sociales y las comunicaciones son, por
su naturaleza, comunes y sin embargo el capital busca apoderarse privadamente
de parte de su riqueza. Pensamos, por ejemplo, en el beneficio extraído del
trabajo afectivo; y lo mismo vale para la producción lingüística de las ideas y
los saberes: todo aquello que se hace en común es privatizado. También el saber
producido por las comunidades indígenas o el conocimiento generado por la
cooperación científica son transformados en propiedad privada. (Hardt M. y
Negri, A., El
trabajo de Dionisos, Akal, Cuestiones de Antagonismo, Madrid, 2003)
Lo más común, lo que todos compartimos, es lo
que están “expropiándonos” algunos, el 1% de la población, para seguir
acumulando capital. La publicidad se apropia de nuestra cultura común para
invadir nuestros cerebros con pautas de consumo. Nos relacionamos con los demás
desde criterios de rentabilidad, y nosotros mismos nos convertimos en
mercancías al ponernos en venta en el mercado laboral o al tratar de obtener
beneficios en nuestras vidas personales.
La parte en que nos afecta la crisis es, por
tanto, minúscula si la comparamos con todo lo que esta crisis del sistema puede
ofrecernos:
·
Volver a recuperar la autenticidad
personal. Dejar de tratarse a sí mismo como una parte más de la
sociedad del espectáculo, es decir, como una imagen atractiva para el sistema,
imagen que se convierte ella misma en publicidad viviente. Como explica Tiqqun
en Primeros
materiales para una teoría de la jovencita (Acuarela Libros, Madrid
2012), el capitalismo obtiene actualmente tasas de ganancia por medio de
nuestra capacidad de seducción.
·
Lo que más acrecienta la felicidad son las relaciones
interpersonales. Fomentar las relaciones de cooperación en
lugar de las relaciones de competencia. Lo que se da no se pierde.
·
Que la creación cognitiva (el pensamiento, el
arte, el conocimiento) no sea expropiada del intelecto común
mediante la llamada propiedad intelectual; una ilegítima apropiación que
responde a los intereses de las grandes corporaciones dedicadas a la producción
y distribución de productos culturales y tecnológicos.
·
Promover una economía del bien común,
donde se valore, no la rentabilidad, sino un modelo de empresas
cooperativas que hagan el mayor bien posible a la sociedad y al entorno.
·
Acabar con el predominio de la economía
financiera sobre la economía productiva. Terminar con la estafa de
la emisión privada de dinero-crédito que esclaviza a personas y pueblos
mediante el endeudamiento.
·
Plantearse iniciativas como la de la renta básica
universal, para que uno trabaje libremente, y no se vea forzado
a trabajar para subsistir. Los recursos naturales son de todos.
·
Y, complementando a la renta básica, ¿por qué
no proponer, como lo hizo en su día el presidente estadounidense F. D.
Roosevelt, un salario máximo, gravando con un 100% a partir de un
tope de renta? “Que ningún ciudadano –escribía J. J. Rousseau– sea tan rico
como para poder comprar a otro, ni ninguno sea tan pobre como para ser obligado
a venderse”.
·
Valorar propuestas ecológicas como la del decrecimiento:
consumir menos, fabricar menos, diseñar objetos totalmente reciclables y gastar
poca energía. Desarrollar economías locales.
· Construir canales de distribución autónomos
al margen de las grandes distribuidoras que controlan casi toda la
actividad comercial, desde el productor a la venta al público.
·
Reconstruir la esfera de lo público de
una manera verdaderamente democrática, con la participación de todos y en
igualdad.
El futuro está en parte en nuestras manos
Por último, ¿cuál es nuestra capacidad de
control respecto a la situación que nos afecta?
En el citado artículo, Yela Bernabé y José Luis
Marcos Malmierca defienden que, para inmunizarse a la indefensión aprendida, lo
mejor es ni haber tenido éxitos siempre ni siempre fracasos. Ser conscientes de
que hay cosas que podemos controlar y cosas que no. “Así pues –decía Epicuro–,
conviene recordar que el futuro ni está enteramente en nuestras manos, ni
completamente fuera de nuestro alcance, de suerte que no debemos ni esperarlo
como si tuviese que llegar con seguridad, ni desesperar como si no tuviese que
llegar con certeza.”
Hay muchos ejemplos de resistencia a la
acumulación por desposesión que han triunfado en el mundo, como la guerra del agua
en Bolivia o la insurrección de Chiapas. Lo que pasa es que la historia, que
casi siempre está escrita por los de arriba, se complace en recordarnos solo
las derrotas en los esfuerzos por la emancipación.
Aquí, en España, y a pesar de todos los
tropiezos de un niño que aprende a dar sus primeros pasos, el Movimiento 15M,
ha obtenido importantes logros y proyección internacional. Ha concienciado a
buena parte de la ciudadanía de la raíz de nuestros problemas, ha enlazado
movimientos sociales muy dispares y está siendo un excelente humus para el
nacimiento de redes cooperativas y solidarias.
Cometeremos errores, sin duda, pero errores que
nos harán más sabios.
Actuar para abrir posibilidades
En definitiva, ante el miedo que nos atenaza,
debemos tener presente que de lo que nos pasa no somos culpables, que la crisis
es crisis del modelo económico vigente –que no es estable sino todo lo
contrario–, y que este cambio puede ser una oportunidad para un nuevo mundo más
humano, donde no impere la dictadura del dinero y del resto de mercancías.
Y, sobre todo, tener presente la enseñanza de
Alain Badiou: hay que actuar. Porque no es nuestra acción la que debe plegarse
al campo de lo posible, sino que es la propia acción la que puede abrir un
nuevo espacio de posibilidades. “Un sujeto –dice este filósofo– es un punto de
una conversión de lo imposible en lo posible. La operación fundamental de un
sujeto es estar en el punto en donde algo imposible se convierte en
posibilidad”.
2 comentarios:
muy bueno, alfonso. lo colgó la isa en su blog y me lo mandó para q lo leyera. el video de learned heplenessness, la hostia. te saludo dsd valencia.
Un beso, Carmen.
Mándame el blog de Isa que no lo localizo.
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