jueves, julio 26, 2012

Vladimir Nabokov, Poemas desde el exilio

Pues aquí tenéis una selección de algunos poemas del libro de Vladimir Nabokov, Poemas desde el exilio, que abarca los años de 1918 hasta 1974, el último de los fechados, en Montreal. 
Los poemas elegidos son aquellos en donde había marcado o subrayado algún verso hace un par de meses cuando leí el libro en cuestión; es decir, no he vuelto a hacer una segunda lectura.
Por lo general, no me ha llamado mucho la atención la poesía de Nabokov, pero con estos sí que me quedo. Nabokov es la historia de un genio de la literatura que siempre ha tenido una patria: el exilio, y una madre: la gran Rusia. Se encuentran poemas muy hermosos sobre su manera de encontrarse o de imaguinarse con ella. El primero de ellos es muy interesante porque habla de la luz, de cómo sus sentidos se despiertan al percibirla. ¿Seno materno, territorio de la infancia?
Esta edición pertenece a Pre-Textos.Espero que los disfrutéis.
Está cayendo una buena tormenta mientras escribo estas palabras. Eso es, por lo menos, lo que creo escuchar.
      (Esta entrada ha sido ligeramente modificada desde ayer)
     
     XLVII
     AL FUTURO  LECTOR

Tú lúcido habitante de los siglos venideros,
tú, amante de las antigüedades, un día cualquiera
abrirás una antología de versos
injustamente olvidados, pero perdurables.

Y te vestirás como un payaso
al gusto de mi época con frac y levita.
Apoya las manos. Presta atención. Cómo suenan
los antiguos tiempos - como en la caracola las musas.

Dieciséis renglones, un óvalo coronado
con unas fotos desvaídas... Atrévete
a despreciarlos por su viejo estilo,
a desdeñarlos por mi decencia y mi pobreza.

Estoy aquí contigo. No eres libre de esconderte.
Me acerqué a ti en la oscuridad, a tu pecho.
Y ahora sientes frío: es la corriente de aire
del pasado... Adiós. Estoy muy contento.

1930

LVIIII
COMO  EL  MEJOR  DE   LOS  LIENZOS

La soviética Rusia bañada en oro, puede presentarse
como el mejor de los lienzos heroicos,
pero aunque mi alma se llene de la mayor compasión, no me inclinaré, 
                     no me reconciliaré

con toda la ignominia, la crueldad y el aburrimiento de la muda esclavitud - No, ¡Oh, no!
yo vivo todavía en espíritu, no estoy harto de la separación, 
                     dejadme, todavía soy poeta.

 Cambridge, Mass. 1944

LIV
ASÍ LO CREÍAMOS

Nosotros creíamos tanto en el vínculo de la existencia,
pero ahora, miro hacia atrás y, sorprendentemente,
me pareces, juventud mía, que por tu colorido
no me perteneces y por tus rasgos no eres válida.

Si se piensa, es como si la bruma de las olas
se encontrara entre tú y yo,
entre encallar y hundirse;
o como ver una línea de postes y a ti de espaldas,
en bicicleta, yendo directamente hacia el ocaso.

Tú no eres yo hace mucho tiempo, eres un esbozo,
el héroe de cada primer capítulo, pero cuántos años
creímos en la continuidad del camino, desde el húmedo valle
hasta el alto brezo.

París, 1938

 
LIX
SOBRE  LOS  GOBERNANTES
USTEDES (como a veces
se dice)
van a burlarse, ustedes (como los videntes
dicen) van a carcajearse, caballeros -
pero, palabra de honor,
yo tengo un amigo,
al cual
le provocaría gran emoción la idea de saludar
al jefe del estado o al de cualquier otra
institución.
¿Desde cuándo, quisiera yo saber,
sentimos
en el hueco del estómago
como un tierno gluglú, al mirar con el binóculo
a un gordo peinado al cepillo en su palco?
¿Desde cuándo
el concepto de poder se asimiló
al concepto clave de patria?
Cualquier romano y carnicero,
Carlos el Hermoso y Carlos el Canalla,
príncipes absolutamente podridos,
las pechugonas alemanas y otros
cuántos caníbales, amantes, cocheros,
Juanes, Ludovicos, Lenines,
todo esto se ha sentado, quejándose de esto y aquello,
en sus tronos encarnizados
apoyando los codos sobre las rodillas.
El historiador muere de aburrimiento:
detrás de Mamae todo es el mismo Mamae.
Desgraciadamente nosotros no podemos
actuar, como hace la administración China,
añadiendo un montón de siglos suplementarios
a su modesta historia, cosa que,
por otra parte, no ha sido
ni mejor ni más alegre.
Los cocheros de los estados también son buenos
en el cumplimiento de sus funciones: rápidamente
el helado azul vuela a su encuentro,
las mangas de fuego restallan al viento...
Un observador extranjero presta atención
y ve por delante unos maravillosos ojos saltones,
y por detrás, una bonita mezcla de cojín
de sofá y de horrible calabaza.
Pero un muchacho con medallas
o un lobo con trinchera
y gorro de empinada visera alemana,
enronquecido y todo contrahecho,
en un automóvil parado -
o, por ejemplo, un banquete
con vino del Cáucaso -
no.
Mi tocayo difunto,
el que escribía versos a rayas,
y a cuadros, en el mismo amanecer
de la clase pequeño burguesa soviética,
si hubiera vivido hasta el mediodía,
entonces sus versos rimarían
con “salpimentar”
con “monumental”
etcétera.

Cambridge, Massachusets, 1944

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