lunes, septiembre 10, 2012

Manuel Vilas, El Infinito (revista Malvís)


Para todos aquellos amantes de la poesia de Vilas, entre los que me encuentro, os traigo un poema del oscense publicado allá por el año de 1989, en el número 3, de la revista Malvís, en Madrid (o como se dice más propiamente "pliegos de creación" -dirigidos por Ángel Luis Vigaray, poeta fallecido en 2009, llamado por el periódico que traigo en el enlace anterior, "el ermitaño de la poesía"). La revista pertenece a la colección dirigida por el gran Ángel Guinda.



El infinito

                           in questo mare
                                      Leopardi 


Busqué en Veruela una señal ensangrentada y vi las
alamedas del aire enardecido. La densa maquinaria de mi
                                                                                   [locura
olía el murmullo del Infinito. Y sumergí mi cabeza
en el agua helada de Enero. Bebí mi sangre transformada
y junto a los halcones de la podredumbre aniquilé mi rostro.
He besado, junto al sepulcro de Bécquer, la carroña
simple de la belleza. No soy nadie. Jamás viví.
La negación de mi persona es el bautismo en mi demencia.
Huyo, y de mi huida, tú, maldito, hombre sagrado o nadie,
espesas el beso insumergible de la sabiduría y desciendes,
                                                                                   [abolido,
sobre el crepúsculo en Veruela, cuando el humo de las cosas
vence autárquico e ilumina la alameda que es de muerte
su ojo infantil, infinito ojo infantil, tu agua en ruinas debiera ser mi sangre indeleble sobre el muro. Adiós, adiós a las armas. El ojo de la resurrección
ha envenenado nuestra alcoba. Mi amada y yo, ateridos
en la sombra, bebemos champán y sobre el Monasterio
yérguense nuestros cadáveres, y reímos en la muerte
total. Ah, las alamedas brillan junto a Veruela,
nuestros recuerdos parisienses abandonan sus ojos a los mares,
y las cabañeras inundan de sangre las cortinas del
cielo. Los perros viven para no perdonar y profanan
infinitamente estas tumbas, donde un halcón habla, sentado,
como un hombre joven, tranquilo y enamorado.

1 comentario:

Ángel Muñoz dijo...

gracias Alf.