Había un par de nadadoras bailarinas
(o egipicias extranjeras no recuerdo)
mientras nosotros naufrágabamos en ganas.
Ellas hablan
nosotros chapoteamos.
Ni siquiera una palabra amable,
ni siquiera una toalla
ni un mar con el que cubrirlas.
Ni siquiera un ni siquiera
a dos metros de la orilla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario