jueves, diciembre 26, 2013

Miles en la plaza

Un ascensor para el cadalso
Ayer anduve en la más solitaria Lavapiés. Entre las calles más vacías, entre los rostros más ausentes, los ojos más pesados, las fachadas más silenciosas, los susurros más pegajosos, el viejo frío y las luces más opacas. Todo era ausencia. Entré en el Tapas y Fotos y allí fluyó al final, casi como una respiración apenas audible, un ascensor para el cadalso.
Al salir, había desaparecido de nuevo Lavapiés y sus gentes. Me encaminé hacia casa. Miles Davis eran dos grandes ojos vigilantes en mitad de la plaza, un cuerpo alargado y callado en una esquina. Ni siquiera había policía. Alguien tuvo que ser ajusticiado aquella noche porque no recuerdo tanto vacío y por qué cantaba el silencio... Pero se estaba bien.


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