Comienzo la mañana, ya tarde, sobre las 9 y media, pues la
noche ha sido movidita, con la radio y escuchando a Ángel Gabilondo,
catedrático de metafísica en la UAM y exministro de Educación en la segunda
época, si mal no recuerdo, de la época Zapatero.
Un nuevo libro en Espasa sobre
aforismos, máximas, etcétera, no sé, creo que he entendido entre las dudas del
propio autor, el ir y venir, buscar y encontrar un nombre, nombres, definición
a un producto para clarear de cara a un lineal en una librería, algo ligero que
llevarnos a la boca los pobres mortales y los consumidores. Sobre todo
consumidores. Y cada vez pienso más que las editoriales en este país están para
“procesar” lo cultural y ofrecerlo envuelto, aséptico y manufacturado, “inocentes
y sin dientes”, mascadito y correctamente educado; pero eso sí, con un proceso
donde aparecen todo tipo de conservantes, acidulantes, espesantes,
anticongelantes, reorganizantes y megaplastificantes de por medio. Por lo
general, es en estas editoriales donde se persigue, en un alto índice de sucesos,
el inmediato orden y concierto que proporcione el inmediato beneficio y
satisfacción. Luego se echan las manos a
la cabeza los que ven a personas del mundo de la TV (no voy a decir ni siquiera
del espectáculo) “escribiendo” libros. Ocurre desde hace mucho tiempo. Cuando
se recurre al libro en estos casos es para fijar la realidad inmediata de dicho
medio de comunicación. Se ha sacralizado el libro en un país donde apenas se
tiene en cuenta al objeto “libro” (cada vez más ocurre lo contrario, afortunadamente). Andy
Warhol ya lo dijo hace mucho tiempo, el producto se quiere transformar en arte
y el arte se transforma en producto para el disfrute de las masas, lo que por otra parte puede estar bien... pero no nos equivoquemos pues nos deja un regusto a llamar tomate cogido
de la mata al kétchup, lo genuinamente natural y sin manufacturar al producto
recauchutado y debidamente acondicionado para todos los estómagos.
En eso no
consiste la creación artística porque un estómago no es el conjunto de
estómagos; es decir, la originalidad en sí siempre pasa desapercibida (e
incluso puede llegar a molestar) porque el conjunto de la sociedad no ha
adquirido los mecanismos suficientes como para saber valorar o entreverar dicha
originalidad.
En fin, que no sé cuántas
veces habré cambiado de paisaje a lo largo de estas líneas, pero lo importante
es ponerse a caminar, ¿o no?
1 comentario:
Al contrario. Estoy de cuerda, de darme cuerda amanecista. Tampoco vamos a lanzarle tomates homogéneos transgénicos insípidos al público, por muy sonso que te parezca. Conste que no plantilleo como agente de amargörd. esta noche hay una invocación a las 21h en mallorca 1, la barca. te apuntas? jls
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