miércoles, junio 22, 2016

Pesadillas

Hasta donde yo sé
todo el que muere
ingresa en un largo túnel
con una luz cegadora al final
y luego,
tras finalizar
el deslumbrante paseo,
en ese inapreciable
frágil transvase
de conciencias
(los físicos cuánticos
lo llaman
"agujeros de gusano")
alguien que te agita
y te dice
susurrando:

-¡Eh!, pero bueno,
¿qué te ocurre?

-Nada -repondes, luego
de habérsete
reseteado
casi por completo
la memoria.

-Una pesadila.

(Y al percibir tu propio cuerpo, y comprobar cómo son cada una de tus extremidades, acercarte a lo que pudiera ser tu reflejo en un espejo, te das cuenta de que ni siquiera te pareces a lo que dejaste al Otro Lado.
Más adelante te comentan que padeces una enfermedad neurológica, de aquellas de las que tanto hablaba el bueno de Oliver Sacks en los libros que sorprendieron a principios del siglo XXI -esto, como podéis percibir, es una delicadísima ironía- y que lo denominaba, el mismo Sacks, como una variante aguda del trastorno dismórfico corporal que consiste en no reconocerte físicamente luego de haber sufrido un episodio extremo de ansiedad o estrés traumático... que no es otro que el contemplar tu propia muerte y después de este episodio el que la conciencia o "hálito vital" o alma no se haya reseteado completamente, es decir, al 100%, y haber dejado en la, llamémosla así, memoria un tanto por ciento variable de reconocimiento del Otro Lado).


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