martes, febrero 12, 2019

La Garcita Azul & Miguel Marcotrigiano

Resulta curioso, a mí me lo ha parecido, que entre avisos o amenazas de guerra civil en un país como Venezuela, con una situación mil veces traída y llevada, confusa, y con unos intereses muy polarizados, se convoque un premio de poesía. Un premio de poesía libertaria.
Leo en sus bases: "(...) la opresión burguesa y la utopía posible son derroteros obligados de la palabra libertaria que se cuela desde cada rincón de esta tierra, en la que se suman hoy, como nunca, las huestes imperiales y sus satélites de codicia y explotación. Venezuela es, como siempre lo ha sido, una bisagra en el tiempo de la historia. La palabra como cultora se levanta desde todos sus frentes. Con este llamado a lo humano (...)".
Es así. En la revista La Garcita Azul, lo cual nos resulta entrañable, delicado y frágil, más jarrón chino que diría Cortázar entre los gritos, estruendos, resoples, estrépito de botazas militares, de intereses creados, de salvapatrias y salvamanteles... se convoca un premio de poesía libertaria. Sí, una revista que se llama La Garcita Azul, no El Tigre de Bengala ni El Elefante En Una Cacharrería Come Watios o La Abeja Monstruosamente Hambrienta... no, La Garcita Azul. Ten cuidado con ella. Con la garcita, con el azul.

[La fecha de cierre de recepción de originales es el 21 de marzo, más información pinchando AQUÍ]


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También de Venezuela proviene esta reseña de un libro. Un texto de Alberto Hernández sobre el último libro de un escritor venezolano llamado Miguel Marcotrigiano, Poesía y Suicidio. 
Una reseña que me ha parecido muy interesante pues a su vez esta reseña entraña una historia de un suicida, un suicida que, como el mismo Alberto dice, no sabe si no dejó una nota de suicidio porque no quiso o porque no pudo. Una historia que establece o intenta cierto paralelismo con la nota de suicidio de la poeta Anne Sexton, sobre todo a la hora de habla de los diferentes yos del poeta que bullen, se manifiestan en la obra y no sólo en la obra, sino en su día a día como entes creadores pero también destructivos o autodestructivos, y cito: "el poeta/suicida alterna la agonía vital con el poema y en él se vacía hasta la muerte. Cada poema escrito es un acto suicida, la aliteración de un amago que se convierte en acto íntimo, solitario, individual, como el mismo acto de crear el poema."

[Para leer la reseña completa: AQUÍ]

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