domingo, septiembre 10, 2006



A partir de cierta edad
las resacas se transforman
en agudas depresiones.
No sé cómo llegué anoche a mi casa
lo cierto es que estoy aquí, entero,
escuchando Radio Clásica
porque lo demás me levanta la
tapa de los sesos.
No sé por qué escribo así
tal como si fuera un poema.
El ritmo es una mierda,
no hay ningún misterio
ni pregunta que hacer,
pero escribo.
Me gustaría recordaros que existió una poeta
llamada Emily Dickinson
y que este verano creo que he perdido
a dos amigos,
(tal vez esté exagerando)
y esto, por desgracia, no es lo más importante
que ha sucedido en esta estación de mierda.
Juro que es lo último que hubiera esperado
hacer esta tarde.
Nada más,
fuera hace sol,
la gente va y viene,
es domingo...
el día que más odio.
Y si tuviera un ápice de cordura
no hubiera pasado esto.
No puedes convertir tu vida
en literatura
(ni Roger Wolfe ni Cioran te salvan)
ni tampoco que sea la manera
de escaquearte de ella.
Así de claro
y punto.

(La fotografía pertenece a Miguel Pérez Pardo, fotógrafo y amigo afincado en Lavapiés, que expuso hace unos meses este trabajo en el Malatesta, c/ Olmo, 3).

No hay comentarios: