sábado, diciembre 27, 2008


Catacumba de norias, Tomás Douglas Kures

Tomaso nos ha vuelto a arrojar un guante, él, sí, tan enemigo de enfrentamientos y de pólemos.
Pero es un guante que se arroja con gran estilo, con el laissez faire de los grandes, de los que son un crack, de los que tienen mucho que decir y lo dicen a su manera, con su historia, con su verbo, y sobre todo porque no puede hacer otra cosa. ¿O sí?, y yo qué sé.
Tomás es así. Va a su bola pero sabe lo que hace y lo hace muy bien. Este libro, este puñado de versos, esta gavilla de poemas no tiene nada que ver con la narratividad bukoskiana que se lleva ahora, si realmente se lleva. No. Proviene del simbolismo francés, de los patafísicos, del surrealismo de Desnos o de Benjamín Perec que conocí, que los leí gracias a Tomaso y a sus ganas de atizar con el libro nuestras cabezas cuando lo que hacía era atizar a la barra de La Aguja y luego leía un poema en petit comité, no como hace el bocazas de turno, el soliviantado, el que nos quiere dar la barrila con Maiakovski un día sí y otro también.
Ya he desvelado parte de sus influencias pero solo y exclusivamente por ignorancia, porque Tomás ha leído como el que más con sus treinta añitos. Parece un erudito pero es que ha trabajado en la noche, en la calle, en las librerías (no sin sorpresa le descubrí, años ha, en una imagen con Dulce Chacón en una feria del libro de Madrid, detrás de ella, colocando libros para que ella siguiera cómoda) en todas partes se lo ha currado y ahora publica un librito con sus poemas, de manera yoquésé, con vocación de cápsula en el intermedio, con gran sencillez... estos poemas deberían ser publicados por una buena editorial, pero hay mucho editorcillo que lee poemas como si fueran sardinas o chorizos. No hay cojones ni ovarios en este país para publicar así, de pronto, con un par de tetas o de escrotos. Y no tengo ni pajolera idea de si Tomás lo ha intentado yendo y viniendo, ni me importa.
Este poemario tiene hallazgos, y esto es decir mucho, muchísimo, pero es verdad, te pone del revés, sé lo que me digo, ¡hostias!, este libro es necesario para seguir vivo. Que tiene sus picos y sus valles, por supuesto, pero os juro que el otro día leía a un autor en Endymión y sólo valía una cuarta parte. No todos somos grandes artistas, como decía Evaristo, ni todos alabamos a la concurrencia con verso fácil, gracia inspirada ni con caca, culo, pis.
¡Qué se le va a hacer! Pero no es ningún mojigato. Id a Lo Máximo, calle San Carlos, 3, y pedid un ejemplar. No os dejará tibios.
Este libro viene ¿prologado? por el bueno de Rag Cuter que ya nos abre puertas y nos cierra prejuicios aventurándonos quién es Tomás. Rag Cuter es el mismo que con gran tesón y mejor gusto nos trae de vez en cuando Vacaciones en Polonia. Se agradece. Disfruten las molestias.

2 comentarios:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Tomas-Du-Glass dijo...

Gracias Alfonso, no recordaba esta reseña. Todavía leido hoy hay 4 o 5 que siguen vivos. T.