lunes, febrero 01, 2010

Blanca Fernández en El Tren Vertical
 
Este domingo tuvimos y tuve, por supuesto, el placer y la alegría de escuchar a Blanca Fernández. Tuvimos, porque en el Malatesta Bar también se encontraba Enrique Belda presto a darme aquel libro del que me habló la última vez que nos vimos. Un libro de Kepa Murua sobre el hacer poético, el poeta, su verdad, en fin reflexiones: La poesía si es que existe. Y también Jesús Malia y su bonhomía, Óscar Pirot que estará en el próximo Tren… Estuvimos pocos, pero muy bien avenidos.
En fin que comencé presentando el nuevo Tren con algunos párrafos del libro de K. Murua y di paso a la lectura de Blanca que dividió en dos partes. Primero leyó poemas de su libro Bóveda, publicado en Amargord, para avisarnos de que terminaría con un naufragio, o lo que vienen a ser por el momento sus últimos poemas… y agarraos, porque es un naufragio, pero un naufragio de verdad bonito, de esos con los que se tiembla, con los que uno se conmueve, pues su lenguaje, como dije, fragante, es un vergel, un absoluto y continuo disparar de imágenes, olores, dolores, ritmos que se cruzan, crecen y no se detienen, que hipnotizan pero que para nada anestesian, todo lo contrario. Sí, de principio a fin. Su poesía es un crecimiento constante y ella, Blanca, casi ha de dar un manotazo a la mesa, porque se involucra totalmente en su palabra… un acertado puñetazo. Y me sorprendió porque llegaba a lugares muy difíciles, con fecundas asociaciones e imágenes, con una capacidad para hablar y desvelar y hacer reconocible con la palabra el dolor, la felicidad, la alegría. Y además eran poemas largos, poemas largos que convienen a su ¿discurso?, y a pesar de la dificultad que pudiera entrañar… Blanca sabe domar al potro salvaje del verso. En fin, no perdáis de vista a esta poeta pues es capaz de hacernos saltar por los aires… no la perdáis de vista que tiene una fuerza que sabe arrebatar y desvelar, una intensidad honda.

1 comentario:

Ángel Muñoz dijo...

me lo perdí.