lunes, mayo 30, 2011

El sol sale por la noche, artículo de Eugenio Castro en Escoria Dos ¡Tomad la calle!

(...) No me olvido de recordar que unas horas antes, caída la noche, alguien soltó un globo aerostático de pequeñas dimensiones, con el fuego dentro, y por tanto de un color rojo anaranjado, que se elevo por encima de la Puerta del Sol. Era sorprendente: el sol salía por la noche. (...). Plaza tomada, plaza imantada. (...) Decía que está plaza esta imantada y que la noche -y si cabe la madrugada un poco más- le vuelve a uno aún más sensible a este fenómeno. Apenas si puede uno dejarla. Es un efecto totalmente contrario al de “El ángel exterminador”. No es lo reprimido que retorna lo que mete el miedo e impide salir afuera, como les sucedía a aquellos miserables burgueses de la película de Buñuel. En sentido inverso, es el encuentro deseado con lo reprimido que retorna lo que nos hace dar vueltas y vueltas sobre esa plaza en la que, lo que acontece excita los sentidos insospechadamente y no parece haber, hasta el momento, condición que les limite. Así se divaga por dentro de las carpas, o se mora en ellas, o se para uno a leer o a lanzar y escribir las palabras de la revuelta, del sueño, de la poesía por aquí y por allí: “Cada corazón es una célula de la revolución”, “Seguid durmiendo mientras arde el pavimento y os cuentan que está lloviendo”, “Utopía o nada”, “Queremos vivir siempre en este huracán”, “Ayer corríamos al refugio, hoy dormimos al raso”, “Arde lo que será”, “El futuro es de los intensos”.

(El artículo completo AQUÍ) 

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