Antes de que llegáramos a la caseta de la Feria donde íbamos a firmar nuestro libro trípode, que es así como lo veníamos llamando a veces con cierta sorna, nos encontramos, junto al embarcadero de El Retiro, con un grande del cine español.
De hecho los tres lo admirábamos y los tres sabíamos quién era y cómo se llamaba, pero con los nervios, o por cierto bloqueo, nos miramos sorprendidos al descubrirle, conociendo pero sin saber.
Fue Bolo quien dijo, "cómo..., cómo se llama, ¡coño!". Mientras nos miraba urgiéndonos que le vomitáramos el nombre o nos lo iba a sacar directamente del buche o de las meninges. Hasta que Sergio dijo su nombre con cierto soniquete de deja-de-hacer-el-ridículo: "Elías... pero no te pongas nervioso, Bolo " −le dijo− "vamos a acercarnos con tranquilidad y a darle el libro...". Así era Sergio, siempre poniendo paz y orden necesarios para esos momentos de ansiedad. "Se llama Elías Querejeta". Volvió a decir.
Así que los tres nos fuimos hacia él, como tres ladrones en busca de un buen peluco y para ello nos acercamos sigilosos y deseando acertar con las palabras. "Hola, disculpe, usted es Elías... ". Él nos miró sonriente, con los ojos de niño y de sorpresa. Fue encantador. "Sí, claro." −respondió. "Mire, queríamos que tuviera un libro que hemos hecho entre los tres... ".
No recuerdo bien, pero su mirada se dirigió al libro que le entregábamos y volvimos a decirle: "Es un libro de poemas. Entre los tres." "Ah, muchas gracias". Y sonreía con la mirada con mucha gracia, observándonos a los tres, sorprendido por el asalto. Era un hombre un poquito más bajo que nosotros, un poco más encogido, pero en su rostro había una extraña luz de calma y de agradecimiento que luego nos acompañó durante todo el día y que ahora recuerdo.
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