lunes, junio 22, 2009

Amor y yeso

Hacía años que no me colaba en el Metro. Al llegar al andén me encuentro con una guardia jurado que mira a través de la ventanilla el interior de uno de los vagones.
-¡Joder!
Me doy la vuelta y subo un par de escalones... pero antes he echado un vistazo hacia el fondo del andén. Tal vez estén los revisores y toda la tropa entrando y saliendo o simplemente cazando a la peña al llegar al andén. Entonces debería irme. No hay nadie. Subo un par de escalones.
-¡A la mierda!, pienso. La última gañanada te costó una pasta -me digo.
La segurata se queda fuera del vagón.
Entro. Por fin. Empieza a correr esto. Hay una chica enfrente de mí. Una chica bajita, morena, de grandes ojos negros. Me mira. Nos miramos. Es preciosa. Sí. Se ha dado cuenta de que estaba esperando a que la segurata se quedara fuera. Soy un sospechoso. No puedo dejar de mirarla y de decirme "sonríe, capullo, sonríe". Sonrío. Ella me mira y me corresponde. Bajo la mirada y vuelvo a mirarla. No puedo evitar hacerlo, ¿vale?
Ni deja de mirar el libro que soporta entre las manos ni de mirarme. Al final lo introduce en su bolso y se acerca, colocándose ante la puerta del vagón. Detrás estoy yo, oliendo su perfume, ¿musgo blanco?, joder, qué recuerdos...
Ella deja caer su mano derecha tocando la tela de mi pantalón vaquero.
-¡No puede ser...!
Y otra caricia. Venga, valiente, ni me muevo. Ella recula un poco, lo suficiente como para rozarse conmigo, estar en contacto conmigo, cerca de mí, pegados... mierda, no se corta y no me voy a cortar, es preciosa... no sé quién eres, joder...
Bajo la mirada y aprecio que su ropa deja al aire una delgada, una sensual línea de su vientre. Estoy sudando, estoy aterido de miedo, de deseo, de queestapasandoaquí, de seguir oliendo, acercándome a su nuca, olerla, impregnándome de ella.
Estoy acojonado, pero ella sigue ahí acariciándome y sonriéndome. Se vuelve, la miro, nos miramos a los ojos, le miro el vientre, qué bonito es, esto es... te quiero besar, te quiero morder pero ella sonríe y baja de nuevo la cabeza y tira hacia arriba la manija, y al salir me toma de un brazo, me saca de allí, de la estación, sin dejar de mirarme. No, no puede ser verdad, basta, basta qué haces, ¿quién eres?, pero mi cabeza es toda de gomaespuma y de cosquillas, yo qué sé, estoy flipaaaaaando tío. Brrrrfff! Basssh! Bufff! Eso es lo que está diciendo mi cabecita, mi cabecita hace ruidos y me rasca todo mi cuerpo.
Al salir a la calle, al dejar atrás los tornos, los viajeros, las puertas de cristal, metrodemadridinforma, se me queda mirando y me sonríe, pero no me dice nada y me abraza y sonrío, joder y me vuelve a coger esta vez del brazo y me dice con una voz de cuento de que te va reventar el corazón: "vente... ¿vale?".
No me lo creo. Pero ella y yo nos paramos por la calle, nos besamos, nos echamos a correr, la sobo el vientre que me gusta tanto, la toma por la nuca y le muerdo el cuello, la huelo. Ella juguetea con mi camisa, me acaricia el pecho mientras me empuja hacia una marquesina. Sí, diez minutos, no nos conocíamos de nada pero qué mierda, esto es mejor que una fantasmada de Henry Miller...
Llegamos a una casa de tres alturas, completamente blanca, enjalbegada, donde se ven unos balconcitos a lo largo de toda la fachada. Completamente abierta. No hay lugares cerrados. Las escaleras dan directamente a unos espacios en los que veo que hay cuerpos desnudos de hombres y mujeres retozando sobre esteras o pequeños colchones, en una orgía continua, imparable, un piso tras otro.
Llegamos a un apartado donde hay una pareja que saludan a mi recién estrenado amor y ella se desnuda delante de él, y su amiga me invita también a desnudarme. Tengo una confusión tremenda. Esto es salvaje e increíble.
Me ha invitado a una orgía.
La amiga me agarra y me empieza a follar, mi amor se lo está haciendo con el otro tipo. ¡Cojonudo!, pienso. Su amiga no lo hace mal pero no puedo evitar girar mi cabeza hacia ella. ¡Dios!, quiero estar contigo... Quiero estar contigo... pienso.
Al cabo de quince minutos no puedo evitar intentar hablar con ella. El tipo aquel se ha corrido en su boca.
Ella me mira fijamente mientras me muestra el semen de él que se va transformando en yeso que le cierra la boca poco a poco, como si fuera una enorme herida rosácea que se lacra al instante.
Su boca se va cerrando por el yeso.
Su boca enyesada que no soporto más.
Saco la polla de un cuerpo y me levanto. La cojo de la mano, agarro la ropa y salimos los dos de allí. Ella solo puede mirarme, mirarme con sus dos ojazos negros.
La beso y le voy quitando el yeso de la boca a lametazos hasta que al final encuentro su lengua... nos besamos, nos mordemos... Volvemos a reír. Nos abrazamos muy fuerte, desnudos, detenidos, respirándonos el momento antes de salir a la calle.
Aún queda un rastro de perfume en su nuca.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Espero que esta vez no hagas desaparecer tu entrada como hiciste el otro día, muy bueno flom, suerte esta noche en la nueva plaza, sal desmonterado...

y cuidadín con las bocas de yeso!!!

Anónimo dijo...

Ellos siempre acaban con las morenas...me jode pero lo entiendo, están más buenas, ¿Por qué te leo?.¿Por qué?

Anónimo dijo...

Qué bueno tío, uno se pone y se enamora y está esperando a que digas que es todo un sueño, pero no lo dices, que jodio. Muy divertido, y, esperanzador.
Saludos.

Begoña Leonardo dijo...

Pues lo voy a decir, es de lo mejor que he leído ultimamente, me has enganchado desde las primeras frases, me has hecho disfrutar y sonreir, y eso merece como mínimo un comentario y una graaaacias.

Encantada de encontrarte, hasta pronto.

alf ölson dijo...

Saludos a los anónimos y a Billy y a Begoña. Abrazos.