En la Casa de Campo desnudo corriendo
Tengo muchas cosas que deciros esta noche.
He escrito mucho, (el viernes) mientras bebía uno detrás de otro. Uno detrás de otro botellín, intentando apagar la sed de amor que tengo. Apagar este irresoluble laberinto.
Porque no me averguenzo de lo que amo.
Una y otra cerveza.
El jueves fue un buen día y fue el peor día.
Mi niña, mi bien, me hubiera gustado rajarme las venas delante de ti para solo ver cómo me mirabas desangrándome. Es lo único que puedo 0frecerte. Yo he sido un niño, recuérdalo.
El viernes quise empezar a pensar. A pensar y me sentía claudicando.
Emitía sonidos guturales. No sabía cómo resolver todo aquello. Frágil y fuerte. Tenía una membrana en mi cabeza. Una membrana que no iba a estallar. La membrana que impide: cualquier palabra se convierte en un sonido ajado, gutural, simiesco y así me movía. Ahora entiendo.
Llegué a casa. La rabia me podía. Quería gritar y lo hice. Quise abrir todas las puertas y grité. Mal que les pese a mis vecinos. Cuánta ira. Cuánta soberbia de este pobre cuerpo. Cuánto amor que me superaba.
Nunca me han follado como tú lo hacías cuando me mirabas a los ojos, y te lo dije ¿LO RECUERDAS?
A nadie se lo he dicho. Siempre me he callado. Estás tan perdida como yo y en cambio cuando hacíamos el amor me mirabas con tus ojos tan llenos de tristeza, de desesperanza, de lamasvida.
Hoy he comprendido que Dios quiere lo mejor de nosotros.
Lo mejor, lo más puro, la realización de la Luz en nosotros.
Y esto Duele mucho.
Me gustaría que todo esto fuera literatura pero no lo es.
¿Hasta qué punto he de ser sincero?
No hay comentarios:
Publicar un comentario