lunes, enero 03, 2011

Un parque temático de una ciudad donde cada año se inunda la calle principal
En el extremo de una enorme plataforma de hierba, habilitada para conciertos, existe una pequeña topera, muy ensanchada por la acción del ser humano, donde una recién licenciada en filología inglesa arranca pequeñas hebras de hierba mientras tararea la letra de la canción que en ese momento se ejecuta unos metros más allá.  El grupo también es inglés y me recuerda la década de 1990.
Poco antes me ha dicho otra mujer, también joven, también universitaria, también con esa aparente frialdad inglesa, que no puedo pisar el césped, que me retire. Ella lleva falda, chaqueta. Muy anodina y muy correcta. Ni siquiera me mira. Realiza con atención su trabajo.
Aquella que arranca hebras se dirige a su compañera y hablan del tema que se está interpretando unos metros más arriba. Hablan del desastre amoroso, de la pérdida, de la pasión traicionada. La primera sin levantar la mirada del suelo, la segunda con la mirada al frente evitando que nadie entre en aquella parcela de terreno que no se debe pisar.

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