martes, diciembre 06, 2011

El sentido de la vida por Monty Páiton

Los prusianos del alkil
están cada vez más deconcertados
por la gramática.
Los imperios se barajan por una tilde.
La muñeca aquella cita a happening
como si fuera una estructura neoclásica.
Miles de aves imitan el pezuñeo del dinosaurio
a pesar de los 3 euros de la birra.
Luego se marchan en tándem
y lo cretino enarbola siempre lo diferente,
pantalones mascados y un sigiloso ruido
en la maceta por cabeza.
Ante el desconcierto concertado del ser
¿yo?... ¡mira!... sigo andando.
Mi colega rumia nuevayork,
mi colega sabe de que todos nos
hacemos ruidos entre el papel pared
y la mortaja de las siete de la mañana.
Levanta espadaña, arribe el río,
cante, baile, muerda.
Los hijos del pantalón de moda
nos piden paz.
Rimbaud no estuvo en la Comuna
no supo siete siglos en cuatro idiomas con dieciséis años
para que todo se repita
y nos machaquen.
(Los mercados, sí, los mercados.
De vender fruta a racanar los intestinos
del que con sus manos
transforma la saliva en pan,
la tierra verde y negra
en sencillo celemín higuero)

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