martes, enero 24, 2012

Libreros (de viejo)

El sábado pasado pisaba Malasaña. No me gustan los vendedores argentinos de libros. No me gustan porque se preocupan más por el precio que por los libros. Hace unos meses, al coger una novela de Herta Müller entre mis manos y darle un par de ojeos y leer algún párrafo me pregunta el Argentino: "¿Me dices el precio?". Me quito los auriculares, no le había oído. "¿Me dices el precio?"-me vueleve a preguntar. Le respondo que no lo había mirado. Suelo hacerlo siempre, pero en este caso lo obvié. "¡Ah!, quería preguntarte si te parece caro."
Sí, me parecen caros los libros de segundo mano. Os estáis pasando tres pueblos, y no me refiero sólo a los libreros argentinos. No, no soy tan estúpido. Me refiero a la mayoría de los libreros de viejo.
Parece que el libro se va a convertir en un objeto de lujo y por eso mantenéis unos precios que para qué. Libros amarillentos que se les caen las hojas, apolillados, resecos, agonizantes, que crujen y se deshojan, editados 50 o 60 años atrás, valen la mitad de lo que valen nuevos. No me refiero a las ediciones casi agotadas o descatalogadas o que no se encuentran. Me refiero, en general, a aquellos libros que vuelven a ser impresos (reimpresos o reeditados) con otras editoriales o con las mismas cada 5 o 10 años. Hay que sacar los libros de segunda mano, hay que venderlos por un precio más bajo para quitárselos de encima. Deben quemar los libros de segunda mano. Me refiero a los libros a los que me refiero, sencillamente. Bibliotecas enteras de personas que malvenden sus libros o de hijos que venden las bibliotecas enteras de sus padres o sus nietos que no saben adónde meter tanto papel... Ahora es el momento en el que se han de sacar esos libros. Ahora, por lo general, la gente no tiene ocios caros, tiene el recurso del libro (leía hace unos días que las bibliotecas públicas prestan más libros ahora que hace unos años). El librero de viejo debe ser también una persona que genera, que comparte, que posibilita el acceso a la cultura. Eso es. Es una función hermosa, noble, esperanzadora. Es como siempre he visto la profesión de librero y la de librero de viejo mucho más. Sí, es una profesión muy respetable y muy honrosa. Creo que sé de lo que hablo. Nada más.

No hay comentarios: