También, y realmente, como homenaje a un currante de la hostelería al que llamábamos "el Furilo" porque era clavado a él y que espero que, ya jubilado, se encuentre disfrutando de su Paraíso que no era otro que Miami, o eso decía de coña cuando allá por el principio de los años 90 nos ponía un bocata y una caña por un buen precio mientras aguantaba a su compañero gruñón y despistado, entre bromas y veras, con ese buen humor que siempre agradecíamos. Y no voy a contar nada más pues no me da la gana, ¡coño!, y además me esperan para comer.
PRIMER COMENTARIO ESCRITO
Y EXISTENTE DE HAL INCANDENZA SOBRE ALGO AUNQUE SEA REMOTAMENTE FÍLMICO
ENTREGADO AL SEÑOR OGILVIE PARA LA
MATERIA «INTRODUCCIÓN A LOS ESTUDIOS DE ENTRETENIMIENTO» DE
SÉPTIMO CURSO (TRONCAL DE DOS CURSOS), ACADEMIA ENFIELD DE TENIS, 23 DE FEBRERO
DEL AÑO DEL SUPERPOLLO PERDUE, @ CUATRO AÑOS DESPUÉS DE LA DESAPARICIÓN DE LA TELEVISIÓN TRADICIONAL,
UN AÑO DESPUÉS DEL FENECIMIENTO DEL DOCTOR JAMES O. INCANDENZA, UNA REDACCIÓN
MERECEDORA DE NADA MÁS QUE UN NOTABLE/NOTABLE ALTO, PESE A QUE LAS RESPUESTAS
PUEDEN CALIFICARSE DE POSITIVAS EN SU CONJUNTO, PERO ELLO ES DEBIDO A QUE EL
PÁRRAFO DE CONCLUSIONES NO ENCAJABA EN EL CUERPO DEL TEXTO NI SE APOYABA MÁS
QUE EN UNA INTUICIÓN SUBJETIVA Y EN ALARDES RETÓRICOS, SEGÚN SEÑALA OGILVIE.
El comisario Steve McGarrett de Hawai, Cinco:0 y el capitán Fran Furillo Canción Triste de Hill Street sirven para ver cómo cambió nuestra idea norteamericana
del héroe de la década de 1970 AS de Hawai Cinco-0 a la de los
1980 AS con Canción Triste de Hill
Street.
El comisario Steve
McGarrett es un clásico héroe moderno de acción. Actúa. Es lo que hace. La
cámara siempre está sobre él. Casi nunca está fuera de la pantalla. Tiene nada
más que un caso semanal. La audiencia sabe de qué trata el caso y, asimismo,
quién es culpable al finalizar el Primer Acto. Debido a que el público sabe la
verdad antes que Steve McGarrett, no hay ningún misterio. Solo hay Steve
McGarrett. El objeto de Hawai Cinco-0 es ver al héroe en acción, ver a
Steve McGarrett acechar y pavonearse, localizar la verdad. Esa localización
representa la esencia de lo que hace un héroe moderno y clásico de acción.
A Steve McGarrett no le
abruman sus tareas administrativas de comisario de policía ni las mujeres, los
amigos o las emociones; su atención no está enfocada en ningún tipo de
exigencias conflictivas. Su campo de acción está libre de toda cháchara que lo
pueda distraer. De ese modo, el comisario Steve McGarrett actúa resueltamente
para remodelar una ver-dad que la audiencia ya conoce y transformarla en objeto
de ley, justicia y moderno heroísmo.
En cambio, el capitán
Frank Furillo es lo que solía
denominarse un héroe posmoderno, es decir, un
héroe cuyas virtudes correspondían a una época americana más completa y corporativa, o sea, un héroe de reacción. El capitán Frank Furillo investiga casos ni
localiza resueltamente. Dirige una comisaría. Es un burócrata y su
heroísmo es burocrático y con un don especial para orientarse por terrenos
pantanosos. En todos los episodios de Canción triste de Hill Street al
capitán Frank Furillo le acosan diversas distracciones en todos los frentes
desde el inicio del Primer Acto. No tiene un caso, sino once casos complejos,
cada uno de ellos con sospechosos, soplones, investigadores, líderes de la
comunidad y familiares de las víctimas, todos exigiendo ser escuchados. Hay
cientos de tareas por delegar, egos que masajear, promesas que cumplir y
promesas de la semana anterior que cumplir. Los conflictos domésticos de dos o
tres policías, el problema de los salarios, los informes oficiales. La corrupción
que le tienta a uno y le hace romperse la cabeza. Se trata de un comisario que es una parodia
política, que tiene un hijo hiperactivo, una ex mujer que merodea por el
cubículo de vidrio esmerilado que sirve de despacho a Frank Furillo (mientras
que la oficina de la década de 1970 AS de Steve McGarrett parecía una
biblioteca de terratenientes aristocráticos, protegida por dos pesadas puertas
y decorada con revestimientos de grueso roble tropical); además, está la
fríamente atractiva Defensora Pública que quiere hablar de si a este sospechoso
le han leído sus derechos en español y de si Frank puede dejar de llegar
demasiado temprano y de que quizá deba acudir a un psicólogo para combatir el
estrés. Además de todos los semanales dilemas morales y de los callejones sin
salida a que le conduce su burocrático y ecuánime heroísmo personal.
El capitán
Frank Furillo de Canción triste de Hill Street es un héroe posmoderno,
un virtuoso de las prioridades, del pacto y de la administración. Frank
Furillo mantiene la cordura, la compostura y la buena presencia ante el alud
de exigencias nada heroicas que le distraen y que hubieran dejado a Steve
McGarrett sin aliento, descompuesto y chupándose el dedo en medio del caos
administrativo.
En aún mayor
contraste con el comisario Steve McGarrett, Frank Furillo es rara vez filmado
solo y en primer plano. Por lo general, es solo una parte de la imagen
frenética y agitada que muestra la cámara. En cambio, el equipo de filmación de
Hawai Cinco-0 ni siquiera utiliza una dolly y prefiere el primer plano
sobre trípode del rostro de McGarrett, en lo que hoy parece más bien una
reminiscencia de la fotografía romántica que de una película.
¿Qué clase de
héroe aparece después del cowboy moderno e irlandés McGarrett, el solitario
hombre de acción que conduce sus rebaños por el paraíso? La soledad de Furillo
es totalmente distinta. El héroe posmoderno era una parte heroica del rebaño,
responsable de todo aquello de lo que él forma parte, responsable ante todos,
pero su semblante solitario bajo presión es tan plácido como la cara de una
vaca. El héroe de acción de prominente mandíbula (Hawai Cinco-0) se
convierte en un héroe de reacción de mirada benigna (Canción triste de Hill
Street) una década después.
Y, tal como
se ha dicho hasta ahora en nuestra clase, nosotros, como audiencia
norteamericana, hemos favorecido al héroe corporativo, estoico y de una
probidad reactiva; algunos podrían argumentar que hemos quedado «atrapados» en
la ambigüedad moral reactiva de la cultura post y posposmoderna.
Pero ¿qué
viene ahora? ¿Qué héroe norteamericano puede aspirar a suceder al plácido
Frank? Predigo que esperamos al héroe de la no acción, el héroe catatónico, el
que está más allá de la calma, divorciado de todo estímulo, transportado aquí y
allí por extras fornidos cuya sangre fluye llena de aminoácidos retrógrados.
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