domingo, enero 06, 2013

David Foster Wallace (y IV)

Como la cuestión supone que no fusilemos la obra de este maravilloso escritor y que solo al disfrutemos, voy a acabar aquí con el señor Wallace y en este caso traigo un capítulo entero referido al gran Frank Furillo, un héroe de cuando éramos adolescentes (yo, por lo menos, en los años 80, lo era), y un análisis acertado o no que se realiza aquí. 
También, y realmente, como homenaje a un currante de la hostelería al que llamábamos "el Furilo" porque era clavado a él y que espero que, ya jubilado, se encuentre disfrutando de su Paraíso que no era otro que Miami, o eso decía de coña cuando allá por el principio de los años 90 nos ponía un bocata y una caña por un buen precio mientras aguantaba a su compañero gruñón y despistado, entre bromas y veras, con ese buen humor que siempre agradecíamos. Y no voy a contar nada más pues no me da la gana, ¡coño!, y además me esperan para comer. 



PRIMER COMENTARIO ESCRITO Y EXISTENTE DE HAL INCANDENZA SOBRE ALGO AUNQUE SEA REMOTAMENTE FÍLMICO ENTREGADO AL SEÑOR OGILVIE PARA LA MATERIA «INTRO­DUCCIÓN A LOS ESTUDIOS DE ENTRETENIMIENTO» DE SÉPTIMO CURSO (TRONCAL DE DOS CURSOS), ACADEMIA ENFIELD DE TENIS, 23 DE FEBRERO DEL AÑO DEL SUPERPOLLO PERDUE, @ CUATRO AÑOS DESPUÉS DE LA DESAPARICIÓN DE LA TELEVISIÓN TRADICIONAL, UN AÑO DESPUÉS DEL FENECIMIENTO DEL DOC­TOR JAMES O. INCANDENZA, UNA REDACCIÓN MERECEDORA DE NADA MÁS QUE UN NOTABLE/NOTABLE ALTO, PESE A QUE LAS RESPUESTAS PUEDEN CALIFICARSE DE POSITIVAS EN SU CONJUNTO, PERO ELLO ES DEBIDO A QUE EL PÁRRAFO DE CONCLU­SIONES NO ENCAJABA EN EL CUERPO DEL TEXTO NI SE APO­YABA MÁS QUE EN UNA INTUICIÓN SUBJETIVA Y EN ALARDES RETÓRICOS, SEGÚN SEÑALA OGILVIE.
      
El comisario Steve McGarrett de Hawai, Cinco:0 y el capitán Fran Furillo Canción Triste de Hill Street sirven para ver cómo cambió nuestra idea norteamericana del héroe de la década de 1970 AS de Hawai Cinco-0 a la de los 1980 AS con Canción Triste de Hill Street.
El comisario Steve McGarrett es un clásico héroe moderno de acción. Actúa. Es lo que hace. La cámara siempre está sobre él. Casi nunca está fuera de la pantalla. Tiene nada más que un caso semanal. La audiencia sabe de qué trata el caso y, asimismo, quién es culpable al finalizar el Primer Acto. Debido a que el público sabe la verdad antes que Steve McGarrett, no hay ningún misterio. Solo hay Steve McGarrett. El obje­to de Hawai Cinco-0 es ver al héroe en acción, ver a Steve McGarrett acechar y pavonearse, localizar la verdad. Esa localización representa la esencia de lo que hace un héroe moderno y clásico de acción.
A Steve McGarrett no le abruman sus tareas administrativas de comi­sario de policía ni las mujeres, los amigos o las emociones; su atención no está enfocada en ningún tipo de exigencias conflictivas. Su campo de acción está libre de toda cháchara que lo pueda distraer. De ese modo, el comisario Steve McGarrett actúa resueltamente para remodelar una ver-dad que la audiencia ya conoce y transformarla en objeto de ley, justicia y moderno heroísmo.
En cambio, el capitán Frank Furillo es lo que solía denominarse un héroe posmoderno, es decir, un héroe cuyas virtudes correspondían a una época americana más completa y corporativa, o sea, un héroe de reacción. El capitán Frank Furillo investiga casos ni localiza resueltamente. Dirige una comisaría. Es un burócrata y su heroísmo es burocrático y con un don especial para orientarse por terrenos pantanosos. En todos los episodios de Canción triste de Hill Street al capitán Frank Furillo le acosan diversas distracciones en todos los frentes desde el inicio del Pri­mer Acto. No tiene un caso, sino once casos complejos, cada uno de ellos con sospechosos, soplones, investigadores, líderes de la comunidad y fa­miliares de las víctimas, todos exigiendo ser escuchados. Hay cientos de tareas por delegar, egos que masajear, promesas que cumplir y promesas de la semana anterior que cumplir. Los conflictos domésticos de dos o tres policías, el problema de los salarios, los informes oficiales. La corrup­ción que le tienta a uno y le hace romperse la cabeza. Se trata de un comisario que es una parodia política, que tiene un hijo hiperactivo, una ex mujer que merodea por el cubículo de vidrio esmerilado que sirve de despacho a Frank Furillo (mientras que la oficina de la década de 1970 AS de Steve McGarrett parecía una biblioteca de terratenientes aristocrá­ticos, protegida por dos pesadas puertas y decorada con revestimientos de grueso roble tropical); además, está la fríamente atractiva Defensora Pública que quiere hablar de si a este sospechoso le han leído sus dere­chos en español y de si Frank puede dejar de llegar demasiado temprano y de que quizá deba acudir a un psicólogo para combatir el estrés. Además de todos los semanales dilemas morales y de los callejones sin salida a que le conduce su burocrático y ecuánime heroísmo personal.
El capitán Frank Furillo de Canción triste de Hill Street es un héroe posmoderno, un virtuoso de las prioridades, del pacto y de la administra­ción. Frank Furillo mantiene la cordura, la compostura y la buena pre­sencia ante el alud de exigencias nada heroicas que le distraen y que hu­bieran dejado a Steve McGarrett sin aliento, descompuesto y chupándose el dedo en medio del caos administrativo.
En aún mayor contraste con el comisario Steve McGarrett, Frank Fu­rillo es rara vez filmado solo y en primer plano. Por lo general, es solo una parte de la imagen frenética y agitada que muestra la cámara. En cambio, el equipo de filmación de Hawai Cinco-0 ni siquiera utiliza una dolly y prefiere el primer plano sobre trípode del rostro de McGarrett, en lo que hoy parece más bien una reminiscencia de la fotografía romántica que de una película.
¿Qué clase de héroe aparece después del cowboy moderno e irlandés McGarrett, el solitario hombre de acción que conduce sus rebaños por el paraíso? La soledad de Furillo es totalmente distinta. El héroe posmoder­no era una parte heroica del rebaño, responsable de todo aquello de lo que él forma parte, responsable ante todos, pero su semblante solitario bajo presión es tan plácido como la cara de una vaca. El héroe de acción de prominente mandíbula (Hawai Cinco-0) se convierte en un héroe de reac­ción de mirada benigna (Canción triste de Hill Street) una década después.
Y, tal como se ha dicho hasta ahora en nuestra clase, nosotros, como audiencia norteamericana, hemos favorecido al héroe corporativo, es­toico y de una probidad reactiva; algunos podrían argumentar que hemos quedado «atrapados» en la ambigüedad moral reactiva de la cultura post y posposmoderna.
Pero ¿qué viene ahora? ¿Qué héroe norteamericano puede aspirar a suceder al plácido Frank? Predigo que esperamos al héroe de la no ac­ción, el héroe catatónico, el que está más allá de la calma, divorciado de todo estímulo, transportado aquí y allí por extras fornidos cuya sangre fluye llena de aminoácidos retrógrados.
 

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